En el año de 1964 se inaugura en la Ciudad de México el Museo Nacional de Antropología el cual desde el Congreso de Americanistas de 1910, venía siendo una promesa. Originalmente el museo estaba instalado en la antigua Casa de la Moneda hasta que se decide crear un refugio cultural que en palabras del presidente de ese entonces, Adolfo López Mateos, debía ser un lugar en el que "los mexicanos al salir de él, salieran orgullosos de ser mexicanos". Fue entonces que, utilizando un terreno triangular y deforestado perteneciente al Ministerio de Comunicaciones y ubicado en los márgenes del Bosque de Chapultepec, deciden que era hora de empezar el proyecto.
Pedro Ramírez Vázquez fue el encargado de llevar a cabo dicha proeza, la cual tenía la voraz presión del tiempo de ejecución. Él, en su planteamiento general, consideraba que el ritmo del museo debía alejarse del estándar europeo de grandes galerías y pasillos que terminaban agobiando al espectador y en cambio, quería declinar el diseño a una experiencia rítmica. Ramírez Vázquez sentía que como museo donde se contara la herencia e historia de México, este debía comenzar su poética desde esta misma herencia y basándose en la configuración del Cuadrángulo de las Monjas en Uxmal, decide crear una secuencia de volúmenes alrededor de un patio en el cual cada volumen tuviese autonomía del otro, pero a la vez, formara una conexión de recorrido como si fuesen las cuentas de un collar.