Un simple paseo por el parque relajará incluso a la persona más tensa. Pero, ¿qué pasa con los lugares donde las personas pasan mucho más tiempo, como escuelas, edificios de oficinas y hospitales? ¿Qué papel puede desempeñar el diseño en la incorporación de la naturaleza en esos entornos? ¿Y a qué costo adicional? Bill Browning ha publicado un libro, "The Economics of Biophilia: Why Designing With Nature in Mind Makes Financial Sense, 2nd Edition" (escrito con Catie Ryan y Dakota Walker), argumentando que el costo de incorporar la naturaleza en proyectos de construcción no es prohibitivo, sino aditivo. A través de una estrategia ambiental con una larga trayectoria en construcción sostenible, Browning es uno de los socios fundadores (junto con los arquitectos Bob Fox y Rick Cook) de la consultoría de diseño sostenible Terrapin Bright Green. Recientemente, hablé con Browning sobre el diseño biófilico y, dado que fue miembro fundador de la junta directiva del Consejo de Construcción Sostenible de Estados Unidos (U.S. Green Building Council), también sobre las fortalezas y limitaciones del sistema de calificación LEED.
El espacio de oficina tradicional del siglo XX, con sus grandes archivadores, impresoras de alta capacidad y salas de reuniones, ya no es la única forma de hacer negocios. A medida que tecnologías como la computación en la nube, las videoconferencias y la inteligencia artificial simplifican nuestras vidas laborales, todo lo que realmente necesitamos es una superficie plana y una contraseña de wifi.
En un clima comercial donde incluso las empresas más grandes prestan tanta atención a sus cuentas de redes sociales como a su precio de acciones, nunca ha sido más fácil para las pequeñas empresas competir, pero encontrar un espacio de oficina adecuado para empleadores de un solo dígito puede ser difícil. Estos cuatro lugares de trabajo a pequeña escala muestran cómo, al mantener las cosas pequeñas, pueden hacer más con mucho menos.