Al contrario de cómo las películas de Hollywood retratan al prototipo de arquitecto, creativo, sensible y virtualmente perfecto, los arquitectos son un grupo diverso de personas falibles. Esto se debe al hecho de que el estudio y la práctica de la arquitectura se forjan con varios "eventos desafortunados". La escuela de arquitectura es una bestia, si no la profesión en general, y esencialmente se encarga de reinventar la psique de sus estudiantes desmoralizándolos y elevando sus espíritus, constantemente... dile hola a los problemas no resueltos!.
Si bien este proceso produce intelectuales brillantes con una profunda comprensión del lugar que ocupa la arquitectura en la sociedad, también puede terminar convirtiendo a los arquitectos en pretenciosos esnobs. Los arquitectos jóvenes siempre se gradúan con una perspectiva distinta de la vida. Combina eso con un trabajo en gran medida ingrato y pronto los arquitectos descubrirán que sólo pueden relacionarse con otros arquitectos. Esos raros amigos que valientemente apoyan a un arquitecto contra viento y marea merecen una fuerte palmadita en la espalda, porque los arquitectos, a pesar de sus innumerables encantos, exhiben varios rasgos increíblemente molestos. La siguiente es una compilación de ocho quejas que los amigos y socios que no son arquitectos tienen contra sus colegas arquitectos: