Cada año la ciudad de Valencia celebra la llegada de la primavera con una gran fiesta en la que los vecinos, agrupados en asociaciones culturales, organizan una serie de actos festivos que culminan con la quema de un monumento llamado falla. Estas instalaciones temporales combustibles se exponen al público en los cruces de las calles de la ciudad, teniendo la mayoría, un carácter marcadamente escultórico y una estética peculiar entre barroca y cómic.
En este contexto, los arquitectos de Mixuro recibieron el encargo de realizar uno de estos monumentos, decidiendo realizar un proyecto de construcción de falla participativo, a través de un domo geodésico de láminas de madera y tubos de cartón reciclados.