Con motivo de su visita a Chile, para el workshop "Todas las Lecturas de la Fachada" en la Universidad San Sebastian tuvimos la oportunidad de conversar con Alejandro Zaera-Polo, minutos antes de que ofreciera su conferencia para el ciclo "Cuando la Arquitectura encuentra la Ciudad". Destacado arquitecto español, conocido por su experiencia académica (Decano del Berlage Institute en Rotterdam en 2002, profesor en la Universidad de Princeton desde 2008 y ex-decano de la Escuela de Arquitectura de la misma institución) y por sus contribuciones a publicaciones internacionales como El Croquis, Quaderns y A+U, recalca en esta entrevista el papel que juegan los arquitectos españoles en el contexto de la arquitectura internacional y lo contrasta con el rol de los arquitectos en EE.UU.
Ganador de muchos premios a nivel internacional, se formó como arquitecto en OMA de Rem Koolhaas y luego creó, junto a la arquitecta iraní Farshid Moussavi, la oficina de arquitectura Foreign Office Architects (FOA) el año 1992. Este estudio, con sede en Londres y Nueva York, comenzó su trayectoria aplicando en diversos proyectos los resultados de la investigación de superficies desarrolladas en la Architectural Association. Así es como nació el concepto para el proyecto Terminal de Pasajeros del Puerto de Yokohama que se ha convertido en uno de los íconos de arquitectura del siglo XXI. En la última versión de la Bienal de Arquitectura de Venecia tuvo una importante labor como curador de la exhibición y libro "Facade'. Sus trabajos más recientes los realiza bajo en alero de su nueva oficina, AZMPL, fundada junto a la arquitecta Maider Llaguno.
Zaera-Polo atribuye la expansión de los arquitectos españoles en el extranjero a décadas de buenos trabajos en condiciones ideales, que desafortunadamente no se dan en todo el mundo. No es necesariamente una generación de arquitectos más inteligentes o talentosos, sino que en España se les dieron más oportunidades para explorar sus talentos. Esto lo contrasta con el panorama arquitectónico de EE.UU, donde la arquitectura se ha convertido en una práctica muy medida por los 'developers' y 'project managers', y como resultado "los arquitectos se han quedado sin terreno".