Habitualmente, los ladrilos se han utilizado en la arquitectura para cumplir una doble función: estructural y estética. Mientras se desempeñan como una efectiva y resistente solución modular en las estructuras de los edificios, sus caras pueden quedar visibles para constituir su imagen arquitectónica, generando fachadas ricas en textura y color, gracias al hierro presente en la arcilla que los compone.
En la actualidad, existen productos que permiten fusionar la apariencia atractiva de los ladrillos con otros sistemas estructurales, separando sus funciones y entregando la libertad necesaria para que las fachadas puedan moverse creativamente en favor de las condiciones de cada proyecto y los requerimientos de sus usuarios.