Para muchos arquitectos y arquitectas, la forma más instintiva de plasmar una idea en el papel es a través del dibujo. Desde rápidos bocetos en una servilleta durante una pausa para el café hasta diagramas más elaborados que sistematizan una serie de soluciones arquitectónicas, los dibujos son herramientas recurrentes y esenciales en el proceso de un proyecto de arquitectura, pero no siempre los trazos logran transmitir con la claridad deseada un determinado concepto.
Sonidos, olores, sentimientos y sensaciones son rara vez traducidos únicamente a través del dibujo. Las escalas humanas no siempre logran transmitir la dimensión de ciertos elementos, requiriendo la ayuda de indicaciones numéricas más precisas. Las leyendas suelen ser utilizadas para definir espacios y especificar elementos arquitectónicos, y cuando el celular o la calculadora no están disponibles, los dibujos también pueden compartir el espacio en el papel con cálculos rápidos. Son muchas las situaciones en las que la escritura se combina con el trazo en una herramienta de comunicación híbrida, en la que la subjetividad o abstracción del dibujo se apoya en una cierta precisión de las palabras y números.