¿Hasta qué punto se puede alterar espacio arquitectónico?
Espacio. Ese concepto tan asumido en la arquitectura. Ese germen generador de toda esencia y armonía edificadora. Proyectado desde la estaticidad idealizada de la mente del arquitecto, cualificado por la luz, activado por la presencia humana, cambiante.
¿Y si la percepción de ese espacio se altera? ¿Qué ocurre cuando el arte se enreda con la arquitectura en una única abstracción? Hoy nos adentramos en el concepto de Instalación en el arte contemporáneo. En esta disciplina artística, la obra se compone por una interacción indisoluble entre el propio espacio como medio y el hecho a expresar. Así, encontramos proyectos que utilizan como medio el paisaje natural (land art), el entorno urbano (instalación urbana), o el propio espacio arquitectónico de exposición, como es el caso.
Obra con vocación de cambio: el resultado será diferente dependiendo del espacio en el que se sitúe y el diálogo con el mismo. A su vez, el rígido espacio construido cambiará su lenguaje y expresión gracias sus nuevas entrañas creadoras de experiencias sensoriales.
Dentro de esta disciplina os traemos la obra de la italiana Esther Stocker, que altera la lectura de la arquitectura que la alberga a través de la confusión, influida por las corrientes cubistas. [más después del salto].