Casa en Kashiwa / Yamazaki Kentaro Design Workshop. Imagen de cortesía por Naoomi Kurozumi Architectural Photographic Office
Similar a un camaleón que cambia de color para fundirse con su entorno, la arquitectura debe evolucionar y adaptarse constantemente a las demandas cambiantes. Hace algunas décadas, las viviendas solían estar asociadas únicamente con la vida privada y el descanso, mientras que los espacios de trabajo estaban diseñados exclusivamente para eso: el trabajo. Era común que cada uso se separara en su propia habitación, convirtiendo los espacios cerrados y rígidos en la norma estándar que los arquitectos debían seguir. Eso, por supuesto, hasta que los nuevos patrones de vida y trabajo difuminaron estas fronteras para adaptarse a las tendencias contemporáneas.
Las casas pueden entenderse como la forma de arquitectura más significativa y primaria, ya que está íntimamente relacionada con la idea de vivienda, una de las necesidades básicas de la humanidad. En palabras del arquitecto Mario Botta, “Mientras haya un hombre que necesite una casa, la arquitectura seguirá existiendo”. Sin embargo, a pesar de su ubicuidad, o quizás por ello, es difícil encontrar una definición exacta de casa. A lo largo de la historia, a esta unidad se le han ido añadiendo y restando diferentes funciones y espacios, reflejando directamente el carácter de la sociedad que la produjo.
La lista de expectativas que debe cumplir una casa es larga y en constante evolución: brindar espacios íntimos y seguros donde recargar energías, pero al mismo tiempo permitir la interacción, acoger a amigos y familiares; es el lugar para el ocio y la relajación, pero también el sitio de la mayor parte del trabajo de cuidados, además de proporcionar una pequeña oficina para la creación de empresas. Esta tendencia de requerir que una unidad residencial cumpla múltiples funciones se ha intensificado a niveles sin precedentes durante la pandemia. Las preocupaciones por la salud han llevado al cierre de la mayoría de los lugares de trabajo, el segundo lugar donde las personas pasan la mayor parte de su tiempo, y cafés, restaurantes, cines y centros comerciales, los “terceros lugares”. De repente, la casa tuvo que convertirse en un espacio polivalente.
Normalmente, los espacios de una vivienda están distribuidos en áreas comunes, habitaciones, cocina y baños. Sin embargo, a veces el mandante exige agregar otros programas relacionados a su trabajo, hobbies o aficiones, complejizando el diseño eficiente y la distribución espacial cotidiana. Como arquitectos, nos vemos enfrentados a un interesante desafío: fusionar la vida privada de sus habitantes con programas más públicos y abiertos, generando en su conjunto increíbles espacios mixtos.
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