Con José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún se repite una situación bastante común en la arquitectura española posterior a 1950: la falta de proyección internacional de arquitectos de talento, en gran parte debido a la ausencia de teoría. Aparte de ello, un carácter intrínsecamente misterioso y enigmático empapa su obra, profundamente reforzado por la actitud de dichos arquitectos para con la misma. Nunca se pararon a explicarla. Nunca estuvieron interesados en dotarla de un fundamento teórico. Todo ello dificulta extraordinariamente la comprensión de su arquitectura, quedando numerosas preguntas sin respuesta; únicamente abiertas a la interpretación de quien se para a reflexionarlas.
Corrales y Molezún colaboraron juntos desde 1952 en numerosos proyectos. Eran personas muy dispares. José Antonio solía definirse como una “persona más rigurosa”, mientras que Ramón era más cercano al “gaie”, provisto de un toque más ligero, casi romántico. Su dupla podría encarnarse, respectivamente, como los dos lóbulos del cerebro: el hemisferio izquierdo, visual, verbal, lineal, controlado, dominante, cuantitativo, etc. en Corrales; mientras que el derecho, espacial, acústico, holístico, contemplativo, emocional, intuitivo … quizás represente más cumplidamente a Molezún. Una pareja más a la larga historia de la creación: Don Quijote y Sancho Panza, Sherlock Holmes y el Dr. Watson, …