Si bien todavía estamos tratando de comprender las posibilidades y los límites de la impresión tridimensional y la fabricación aditiva, ya aparece un término más en nuestro vocabulario. La impresión 4D no es más que una tecnología de fabricación digital, la impresión 3D, que ahora incluye una nueva dimensión: la temporal. Esto significa que el material impreso, una vez finalizado, podrá modificarse, transformarse o moverse de forma autónoma debido a sus propiedades intrínsecas que responden a los estímulos ambientales.
El concepto fue popularizado por el investigador Skylar Tibbits, director del Laboratorio de Autoensamblaje del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en colaboración con Stratasys y Autodesk. La tecnología todavía es bastante nueva, pero se espera que se utilice en muchos campos, desde la construcción, la infraestructura, la industria automovilística y la aeronáutica e incluso para la atención médica, combinada con la bioimpresión.