“Perdonen las molestias, estamos jugando para ustedes”, dice uno de los carteles de la ciudad de los niños de Tonucci. Allí están los niños felices jugando alrededor de un caballete, de esos que se usan en la ciudad cuando algo se está tramando -digo construyendo-. Con ternura nos rompen los esquemas de la típica frase, cambiando la idea de “construir” por “jugar”, para dar la vuelta al sentido de las cosas. Y la imaginación vuela...
Algo así es la atmósfera ideal que se ha transformado con total libertad en este nuevo espacio de la ciudad, donde no hay que pedir disculpas ni permiso a nadie para jugar pues el espacio público es para los niños. Destruir un muro para Construir una rampa que conectará de forma lúdica y más, Quitar una reja para Crear un monte donde recostarse o brincar, Reutilizar llantas viejas como juguetes para resbalarse, sentarse o saltar; una suma de jugadas hacen que las posibilidades de juego y esparcimiento aquí sean infinitas. Con poco han hecho mucho. Así, nos llena de color la llegada de este proyecto.