Para saber si vivía en una ciudad estresante, un dentista me contó que era fundamental saber cómo la gente apretaba los dientes. Eso delataba bruxismo, y por ende, estrés. Cada profesión, oficio y actividad tiene su propia forma de entender y explicar el mundo, sus problemas, sus urgencias y sus potenciales soluciones. Para los arquitectos este filtro disciplinar nos hace creer que la arquitectura tiene algo que aportar en absolutamente todo. Y ese filtro hace ver los lugares de la niñez y juventud con otros ojos.
Les invito a viajar al Santiago de los años noventa: una gigantesca feria navideña municipal ocupa el polvoriento bandejón central de la avenida Apóstol Santiago en la comuna de Renca. Son estructuras levantadas en palos de madera, todas ordenadas en torno a tres o cuatro largos y estrechos pasillos. Recuerdo el sonido pixelado de los robots que disparaban misiles; el olor a fritura de la comida callejera; las copias chinas de todo lo que estuviera de moda esa Navidad; las luces amarillentas por sobre las cabezas de los transeúntes y esa fresca brisa nocturna tan característica del Santiago veraniego. Esa feria tuvo que ser trasladada a otra parte de la comuna, pero en esencia sigue siendo lo mismo, solo que ahora las estructuras son instaladas y entregadas por la propia municipalidad.