La arquitectura emergente aprovecha al máximo los espacios pequeños y las experiencias íntimas. Como estructuras temporales, los pop-ups no son nada nuevo, se remontan al menos a la época romana como escenarios temporales de festivales llamados ludi. Ampliando los límites de la arquitectura, cuentan con un toque ligero para un impacto máximo, cada uno construido para hacer una declaración. Hoy en día, a menudo se diseñan en torno al ciclo de vida completo de un proyecto para minimizar el impacto ambiental.
Representando el mayor honor y prestigio para los arquitectos y arquitectas del Reino Unido, la RIBA Royal Gold Medal se caracteriza por ser un premio aprobado personalmente por la Reina de la nación. Este reconocimiento es otorgado anualmente a una persona o grupo de personas que se hayan destacado por tener una influencia significativa "ya sea directa o indirectamente en el avance de la arquitectura", según la organización.
Los arquitectos son conocidos por regresar de los viajes con más fotos de edificios que de personas, y por tener un vocabulario con mucha jerga propia. Por supuesto, estos son estereotipos que no siempre son ciertos. Pero algo que une a la mayoría de los diseñadores es la obligación de prestar atención a cada uno de los detalles que componen un proyecto; ya sea el material que recubre la fachada, la unión entre los pisos, cómo se abren las puertas, el tipo de marco, la elección de moldajes para el hormigonado, y muchas otras opciones. Pero un detalle que suele pasar desapercibido para la mayoría (y que marca una gran diferencia en el aspecto de los proyectos de interiores) son las molduras, también llamadas zócalos o rodapiés.
El Informe Brundtland de 1987 –Nuestro Futuro Común– introdujo la noción de que el uso sostenible de los recursos naturales debe "satisfacer las necesidades de la generación actual sin afectar la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas". Desde entonces, el término sostenibilidad se ha popularizado y, a menudo, trivializado en nuestra vida diaria. En la industria de la construcción, esto no es diferente. Por mucho que sepamos que para construir hay que destruir, ¿cómo es posible mitigar los efectos de la construcción durante la vida útil y demolición de edificios? Un edificio sostenible, en su diseño, construcción y operación, debe reducir o eliminar los efectos negativos en general e incluso puede generar impactos netos positivos en el clima y el medio ambiente, preservando los recursos y mejorando la calidad de vida de los ocupantes simultáneamente. Decir que un edificio es sostenible es fácil e incluso seductor. Pero, ¿qué hace exactamente que una construcción sea sostenible?
Responder a esta pregunta no es un ejercicio sencillo. Por eso, en los últimos 30 años se han creado varias certificaciones de sostenibilidad para edificaciones. Mediante evaluaciones subcontratadas e imparciales, realizadas por distintas fuentes, las certificaciones tienen como objetivo verificar los aspectos sostenibles de cualquier construcción. Cada una de ellas aborda elementos constructivos particulares y generalmente se centran en ciertas regiones del mundo. Si bien existen algunas certificaciones que verifican si el edificio cumple con ciertos criterios de eficiencia, otras crean diferentes clasificaciones, asignando una puntuación basada en estas evaluaciones. A continuación, enumeramos algunas de las principales certificaciones de sostenibilidad en todo el mundo, clasificadas alfabéticamente, e incluimos sus principales aplicaciones arquitectónicas junto con una breve explicación:
Proveedores: Alberto Rocha, Cerbran, Dow Building Solutions, Duravit, FSB Franz Schneider Brakel, +11Grohe, Hormann, Imperalum, JNF, Metsa Woods, PADIMAT, Padiamat, SGG, Sanindusa, Sapa Building System International NV, Sika-11
Proveedores: Art Steel, Cia de Iluminação, Clatt, Concresteel, Deca, +7Eurocentro, Hansgrohe, Microcimento Do Brasil, Portinari, Pratikline, Tecnics, Viroc-7
El enfoque de Reggio Emilia fue creado en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, por iniciativa de un grupo de madres viudas y bajo la coordinación del periodista y educador Loris Malaguzzi. En una época centrada en la reconstrucción urbana de la posguerra, la principal preocupación del grupo era la formación de nuevas escuelas, donde querían potenciar un ambiente pacífico, acogedor y alegre, con un ambiente doméstico para los niños pudieran quedarse mientras sus madres trabajaban. Comprender los intereses de los niños y proporcionar un entorno adecuado para la exploración y la experimentación es uno de los puntos focales de esta pedagogía. La creación de un entorno seguro y estimulante es tan fundamental que, en mucha literatura, aparece como un 'tercer maestro'.