En un escenario donde la preocupación por la sostenibilidad y los criterios ESG (Environmental, social, and governance) es latente, es necesario observar un sector que genera el 38% de todas las emisiones de CO2 del planeta y consume el 30% de los recursos globales: la industria de la construcción. En 2022, en la COP27, Naciones Unidas anunció el Clean Construction Accelerator, un programa con acciones diseñadas para reducir la producción de gases de efecto invernadero hasta en un 50% para 2030. Un informe de ARUP y el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible destacó un descubrimiento crucial: la mitad de las emisiones de los edificios no provienen sólo de la fase de construcción, sino también del carbono incorporado en los materiales utilizados, generado durante su fabricación y transporte. Y es precisamente en este escenario donde vemos la oportunidad para el sector: ¿cuál es el único material de construcción renovable que retiene carbono en lugar de emitirlo? La madera.
Sin embargo, cuando hablamos de la madera surge otra pregunta: ¿cómo puede ser sostenible la madera si para ello necesitamos talar árboles? Ana Belizário, directora comercial de Urbem, una industria maderera nacional a gran escala, nos explica a lo largo de este artículo cómo plantar árboles específicamente para el consumo no sólo es una alternativa sostenible, sino también una gran práctica para combatir la crisis climática y regenerar el sector de la construcción.