Descripción enviada por el equipo del proyecto. En uno de los principales accesos a la ciudad de México encontramos un edificio deteriorado que necesitaba una nueva vida. Ubicado en una zona de caos vial y saturación visual, la intervención debía ser sencilla, franca y pecar de discreta para distinguirse en ese entorno.
Primero, limpiamos el edificio retirando todos los elementos innecesarios acumulados a través de los años y utilizamos una serie de pieles como ‘velos’ para protegerlo y crear distintos escenarios adecuados para cada espacio y función.
Un revestimiento de aluzinc de control solar pasivo en la fachada nos ayudó a contar en el interior con luz natural indirecta ideal para trabajar así como con la temperatura adecuada, lo que disminuyó el uso de iluminación artificial y evitó el uso de clima automatizado dando como resultado un importante ahorro energético. Los tonos utilizados en el exterior fueron grises y blancos en la búsqueda de que el volumen se perdiera en el cielo grisáceo de la ciudad generando un respiro en la saturada vía.
Al edificio se accede por un corredor blanco que funciona como filtro. Este corredor remata en un vestíbulo central de cinco niveles que funciona como patio central en donde las oficinas se iluminan a través de luz cenital. Aquí encontramos una segunda piel conformada por cortinas translúcidas de 15 metros de altura fabricadas con material reciclado. Esta piel o ‘velo’ permite el paso de luz natural a las oficinas, pero al mismo tiempo funciona como barrera visual y acústica entre el área pública-privada. Las vistas de este vestíbulo se controlan por medio del recorrido finalizando ya sea al cielo o a un segundo patio exterior contenido por un tercer velo formado por una cortina vegetal.
Esta estrategia de diseño nos permitió reducir costos y tiempos de obra, así como generar un importante ahorro energético en el día a día del mismo edificio, a la vez que se crearon espacios óptimos para trabajar donde una mayor interacción y creatividad fueron posibles.