Desde 1987 a 1993, el arquitecto Pablo Tomás Beitía se propone transformar el antiguo conjunto de vivienda y casas de alquiler del artista argentino Alejandro Xul Solar en un museo, dando lugar a un nuevo espacio que se adaptaría a sus requerimientos expositivos y dialogaría a nivel de vanguardia con la preexistencia. Ubicado en el barrio de Palermo dentro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Museo Xul Solar debía transformarse en un espacio de encuentros culturales. Su proyecto de remodelación y ampliación fue concebido interpretando la cosmovisión pictórica del artista manteniendo la fachada intacta mientras una nueva arquitectura en su interior abraza la casa del pintor.
Con más de cien años, el edificio originario contenía cuatro viviendas, dos sobre la planta baja y dos en la planta alta. Involucraba en su totalidad dos plantas y dependencias de azotea, y ocupaba alrededor de 20 metros de frente y 10 metros de profundidad sobre un terreno de 400 m2 en la calle Laprida. Su distribución se ordenaba a partir de tres puertas, donde desde los extremos se ingresaba a las dos viviendas de planta baja mientras que desde la central se podía acceder a las de planta alta a través de una escalera.
El museo fue encargado por la esposa de Xul Solar, Micaela Cadenas, quien dispuso el programa de usos y necesidades contando con directivas bien precisas del propio Xul. En 1986, creó la Fundación Pan Klub, junto a Natalio Povarché, destinándole el legado del artista en conjunto con sus obras, espacios y pertenencias. Entre los conceptos que el proyecto debía respetar se encontraban: por un lado, la idea de Pan Klub, datando de la década de 1930 y refiriendo a un conjunto de artistas e intelectuales con ideas afines, amantes de la cultura y la trascendencia, y, por otro lado, el hecho de convertirse en un lugar de creación, un centro cultural abierto a los artistas más jóvenes en particular.
A la hora de llevar adelante la intervención, Pablo Beitía se tomó de los planteos, asociaciones e imágenes de la producción artística de la obra del Xul Solar. Pintando de forma autodidacta y exponiendo en diferentes ciudades y países, el artista solía recurrir al tema de las ciudades y a motivos arquitectónicos en sus pinturas representando desde paisajes urbanos hasta elementos como arcos, escaleras, péndulos y columnas. Tras estudiar arquitectura durante un año, sus intereses se extenderían más allá de la disciplina incluyendo las religiones, la literatura, la filosofía, el esoterismo, el juego, el teatro, las lenguas, la música, entre otros. Sin embargo, siempre estarían presentes temáticas relacionadas a la arquitectura imaginando ciudades y casas a imagen y semejanza de un arquitecto.
Había que hacer una obra a la medida de un artista plástico. Era inevitable plantear asociaciones e imágenes. Hasta donde la geometría acompañaba se iba con Xul y se evitó que sus formas se metieran en los lápices - Pablo Tomás Beitía
Xul Solar no coincidía con la idea de crear un museo templo como contenedor de sus obras, tan solo protegiendo, conservando y aislando su arte. Prefería un espacio abierto a manifestaciones e ideas nuevas para el arte, la creación y la cultura, y creía en el desarrollo de un museo taller que diera lugar a la sorpresa, la actividad creadora y cultural. Este planteo también se debió ajustar a los requerimientos de Natalio Povarché, quien, como galerista, realizó determinadas especificaciones para el edificio como contar con espacios amplios, planos largos sueltos, paredes blancas y combinar cemento con piso de madera.
Toda la planta baja se destina a un gran salón para actividades culturales múltiples, el Salón Pan Klub, con una capacidad para 200 personas siendo capaz de albergar variadas exposiciones en su interior por su gran versatilidad. Unos sistemas móviles permiten conseguir un escenario completo con butacas para representaciones teatrales y a su vez, se puede ocultar todo el mobiliario dando lugar a un espacio totalmente diáfano. Al poder controlar el sonido de la sala, la iluminación y la reproducción de películas, se vuelve un lugar idóneo para representaciones audiovisuales.
El salón principal se complementa con tres salas de exposiciones que lo rodean y funcionan como miradores. Una de ellas, se vincula con el acceso principal para realizar exposiciones temporarias, otra se destina a las reuniones de la Fundación Pan Klub y la última sobre uno de los entrepisos, expone objetos realizados por Xul Solar. Además, se disponen dos offices para cafetería y mantenimiento, y servicios sanitarios, y en un subsuelo, se instalan equipos de bombeo y aire acondicionado junto a un depósito para elementos del Salón Pan Klub.
El museo puede recorrerse libremente volviendo sobre los propios pasos y tomando caminos alternativos a las diferentes salas, incluso revisitando los ambientes o dirigiéndose hacia un foco de interés personal. La residencia originaria organiza los espacios y recorridos, y se mantuvo intacta respondiendo a la lógica de las casas-museo, de hecho, su escalera central se puede observar desde el interior del mismo. Cabe destacar que desde sus inicios, la casa ocupaba la mitad del terreno dejando atrás amplios jardines en el centro de la manzana. Para albergar todas las dependencias necesarias para el museo, se decidió ocupar el terreno completo sobre la planta baja.
Me gusta decir que no se trata de un reciclaje. Es un edificio nuevo arriba de uno viejo – Pablo Tomás Beitía
El museo se vuelve un espacio donde lo existente se articula con lo nuevo. Unos entrepisos de hormigón con vigas, que cuelgan unas de otras en rotación creciente y parecen flotar sin soporte estructural, rellenan el vacío de la estructura preexistente. Los tabiques y vigas que aparecen colgados acompañan el recorrido del museo terminando en un tensor como final de la secuencia de vigas. Estos planos prolongados organizan el nuevo espacio interior y definen la disposición de las obras de arte. De esta manera, la arquitectura participa de la escena artística y su forma define como se miran los objetos. Las fisuras, planos, antiguos muros y escaleras realizan una composición espacial donde sus condiciones de iluminación enriquecen el espacio dando, por ejemplo, efectos estéticos al lugar de manera cenital para evitar dañar las obras.
Ante un espacio que tiende a ser aglutinante, los muros intersecan el espacio orientando los recorridos, generando entropía y resguardando las obras de las vistas directas. El arquitecto busca transformar la casa en un espacio de acceso al público donde los planos de hormigón sueltos actúan como metáforas de tabiques libres para articularse y los calados que reemplazan las trabazones de la albañilería alivianan visualmente la arquitectura. La estructura de muros portantes ya existente volvía difícil el desarrollo de las actividades del museo, por lo tanto, la mayoría se reemplazaron por estructuras de hormigón armado aportando mayor resistencia y brindando espacios más diáfanos.
De la estructura original, se mantuvo solo el frente de ladrillo y la escalera de acceso a la planta superior. Con respecto al exterior, se realizaron nuevamente los revoques como en la fachada original, incluyendo los calcos de los apliques y elementos escultóricos originales mientras que, en su interior, el tratamiento de las superficies enriqueció el espacio con texturas como el hormigón, yeso, granito, madera y bronce.
Hierro, piedras naturales y cristal terminan de dar forma a la remodelación del museo. El hormigón, la madera y la piedra cortada y pulida se utilizan sobre los revestimientos. Como resultado de los encofrados, los planos de hormigón expresan dos texturas, una lisa correspondiente al encofrado de aglomerado fenólico, y otra rugosa y rústica de tablas de madera. La madera se emplea para revestir el piso y determinados fragmentos del cielorraso mientras que la piedra se utiliza para las porciones inferiores de los muros y pilares de hormigón. Una alfombra reviste algunos fragmentos de pisos y el recubrimiento de yeso que compensa con su lisura la rugosidad del hormigón. Para las barandas de las escaleras y balcones, se utilizó hierro y bronce dorado en los pasamanos junto a vidrio y metal desplegado de seguridad. El color escogido acompaña en tonalidades crema los matices marrones, ocres claros y grises del hormigón y demás materiales. Las barandas negras pasan desapercibidas mientras se acentúa el brillo dorado de los pasamanos. Una vez en la terraza, que el arquitecto reivindica como espacio a pensar y representar para la ciudad, el color se satura.
En su muestra permanente, el museo alberga una colección de 86 obras del artista, objetos de gran volumen y un conjunto de vitrinas con objetos realizados por Xul, junto a testimonios, publicaciones, apuntes, etc. Según Beitía, la obra de Xul Solar que más influyó en su entendimiento de la casa fue Palacio Almi, una obra que interpretó como una representación abstracta de la casa, y un esquema de sus elementos estructurales básicos. Además, otro aspecto de la arquitectura del museo que puede vincularse con la poética de Xul se relaciona con el fuerte lenguaje de vanguardia arquitectónica que articula toda la obra.
Proyecto y dirección de obra: Pablo Tomas Beitía
Colaboradores: Raquel Adesso, Juan Aiello, Javier Aleman, Mario Gonzalez, Bernardo Junyent, Pedro Llamedo
Asistentes de dirección de obra: Viviana De Vitis, Pablo Latorre,Ines Lettieri, Isaura Martul, Jorge Steckar
Asesores técnicos:
Norberto Laguzzi, Carlos Fiore, Patricia Salvatierra (Relevamiento).
Alice Darramon de Beitia, Maria Clara Beitia (Color).
Hector Mazza (Cálculo estructural).
Juan Jose Beitia (Restauraciones).
Adriana Ten Hoeve (Conservación y Mantenimiento).
Inicio del proyecto: diciembre de 1987
Inauguración de la obra: mayo de 1993
Ubicación: Laprida 1212 /1214, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Superficie del terreno: 372 m2
Superficie inmueble preexistente: 380 m2
Área remodelada del inmueble preexistente: 240 m2
Área de obra nueva: 635 m2
Fuente:
- Marcela Andruchow, “El Museo Xul Solar. Algunas filiaciones morfológicas”, Estudios del hábitat, Vol. 14, 2016, Universidad Nacional de La Plata - Facultad de Arquitectura y Urbanismo
- María Teresa Serralunga, “Xul Solar y la arquitectura para la felicidad”
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Arquitectos: Pablo Tomás Beitia
- Área: 875 m²
- Año: 1987
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Fotografías:Natalia Krzisnik