La arquitecta residente en Londres Alison Brooks nació y creció en Canadá, y estudió arquitectura en la Universidad de Waterloo en Waterloo, Ontario. Al graduarse en 1988, se fue a Londres donde, después de trabajar con el diseñador Ron Arad durante siete años, fundó Alison Brooks Architects en 1996. Sus obras más representativas incluyen el Edificio Accordia Brass en Cambridge, ganador del Premio Stirling, el Patio Exeter College Cohen en Oxford, el Smile Pavilion para el Festival de Diseño de Londres 2016 y varias residencias unifamiliares en Londres: VXO House, Fold House, Lens House, Mesh House y Windward House.
Entre los proyectos actuales del estudio se encuentran The Passages en Surrey, Canadá; Homerton College en Cambridge y otros proyectos residenciales y culturales en Gran Bretaña y América del Norte. El diseño del equipo de arquitectos fue seleccionado por el LSE Firoz Lalji Global Hub y el Instituto por África en Londres. Junto con Studio Contra de Nigeria, el equipo dirigido por ABA fue uno de los seis finalistas elegidos entre 190 presentaciones internacionales.
Brooks exhibió su trabajo en las Bienal de Arquitectura de Venecia, y después de haber enseñado en la Universidad Central de Londres, en la Asociación de Arquitectura y en Harvard GSD, actualmente enseña en la Universidad Politécnica de Madrid (ETSAM). A continuación, nuestra entrevista con Alison Brooks durante una llamada de Zoom entre Nueva York y Londres. Alison habló sobre crecer en el sur de Ontario y lo que desencadenó su interés por la arquitectura, su experiencia de trabajar con Ron Arad, el placer de establecer sus propias reglas de diseño y luego romperlas, expresando su autenticidad y desarrollando una distinguida autoría en arquitectura y, lo más importante, insistiendo en la belleza porque “Todo el mundo necesita belleza como parte de la experiencia cotidiana”.
Vladimir Belogolovsky: ¿Podrías mencionar cómo te encontraste con la arquitectura?
Alison Brooks: Hasta los trece años, viví en una casa antigua y laberíntica en Welland, en el sur de Ontario. La casa fue originalmente propiedad de mi abuelo. Había habitaciones en el sótano llenas de maletas y muebles que databan de la década de 1930, por lo que mis dos hermanas y yo siempre sentimos que la casa estaba llena de secretos y fantasmas. En los años 50, la casa fue ampliada y reformada por un arquitecto aficionado al almacenaje. Mis hermanas y yo abríamos los cajones para hacer una especie de escalera plegable y subíamos a los armarios profundos e inutilizables debajo de los techos. La casa era un excelente patio de recreo [Risas.] Cuando tenía trece años, mi madre, mis dos hermanas y yo nos mudamos a Guelph, una ciudad universitaria al oeste de Toronto. Fue entonces cuando decidí dibujarla. Medí todas las habitaciones e hice planos detallados. Supongo que ese fue mi primer acto arquitectónico. [Risas.]
También fui profundamente influenciada por mi madre. Le encantaba la historia y la literatura, e impartía cursos sobre antiguos muebles y textiles canadienses. Me llevaba en coche por el sur de Ontario para admirar las granjas y graneros del siglo XIX y el modo en que los campos de cultivo pueden formar hermosas líneas curvas contra el horizonte. O, si estuviéramos en Toronto, señalaría los detalles de los edificios románicos y neogóticos. Ella siempre señalaba estos momentos, objetos y lugares que representaban la artesanía y la historia. A través de ella, vi cómo la arquitectura podía impactar la vida cotidiana de alguien.
También tengo profundos recuerdos de la arquitectura contemporánea de ese período, como el Ayuntamiento de Toronto de Viljo Revell, el Centro O'Keefe y, en particular, Ontario Place, la respuesta de Toronto a la Expo'67 de Montreal. Se inauguró en 1971, fue una visión increíblemente valiente, un visón metabolista del futuro, con cabinas cubicas que flotaban sobre el agua, en voladizo sostenidas desde los pilotes centrales. Había pasarelas peatonales aéreas en lugar de automóviles que conectaban todos los lugares: una cúpula geodésica, el Cinesphere y el Forum, un enorme lugar para música con un techo con forma de paraboloide hiperbólico y tela tensada. Cuando era niña, entendí la arquitectura como un encuentro entre el arte y la ciencia. Entonces, en la escuela secundaria, tomé un curso de diseño y dibujo. En el momento en que me senté en esa mesa grande con un set de escuadras y la primera tarea de diseño, que era una casa, supe que eso era lo que podía hacer por el resto de mi vida. Tuve mucha suerte.
Elegí estudiar arquitectura en la Universidad de Waterloo en Waterloo, Ontario. Era conocida por su programa de diseño, que se realizaba en Roma, en el cuarto año y su "programa cooperativo" que alternaba términos académicos con términos laborales en una práctica. Entonces, cuando me gradué, ya tenía varios años de conocimiento aplicado, incluido un año y medio en Diamond Schmitt Architects, una firma corporativa de Toronto.
VB: Te graduaste en Waterloo en 1988 e inmediatamente te fuiste a Londres. ¿Por qué Londres y por qué decidiste quedarte allí?
AB: No sabía que no volvería. [Risas.] Sentí que conocía la escena arquitectónica en América del Norte y que necesitaba probar algo diferente, probar una nueva ciudad, una nueva cultura. Y como ciudadana de la Commonwealth, puede obtener una visa de trabajo y vacaciones de dos años. Sentía que Londres era lo más cerca que podía estar de Europa, y me sentía apegada a la Asociación de Arquitectura, cuyos resultados y publicaciones era un punto de referencia importante en mi escuela, en cuanto al diseño basado en la investigación y una especie de intensa crítica cultural en que se basa el trabajo. Y, por supuesto, mi intención era trabajar con un arquitecto de renombre internacional. Yo tenía una lista.
VB: ¿Estaba Ron Arad, para quien terminaste trabajando, en esa lista?
AB: No, no lo era. No había oído hablar de él antes de venir. Mi lista incluía a Peter Wilson, Peter Cook y Matthias Sauerbruch de Sauerbruch Hutton. De hecho, mi objetivo era trabajar con Matthias. Fue el arquitecto del edificio Checkpoint Charlie en Berlín con OMA. De hecho, el trabajo de OMA fue mi punto de referencia más fuerte como estudiante. Pero cuando llegué a Londres, Matthias y muchos otros arquitectos se estaban mudando a Alemania. Nos reunimos para tomar el té y me habló de Ron Arad, que estaba trabajando en una competencia y necesitaba ayuda. Ningún otro arquitecto de mi lista estaba contratando, así que contacté a Ron y fui entrevistada en One Off, que era el nombre de su sala de exhibición de muebles. Así fue como me uní a su equipo para trabajar en el diseño del vestíbulo de la Ópera de Tel Aviv. Y ganamos. En ese momento, Ron no tenía una oficina real. Había reunido un equipo para trabajar en esta competencia. Entonces, después de terminar la competencia, comencé a buscar otro trabajo y tuve algunas ofertas. Pero luego me llamó y me preguntó si volvería a trabajar en una instalación en Notting Hill y ese fue el comienzo de una larga y fructífera asociación de diseño. Trabajé con Ron durante siete años, completando nuestro estudio One Off en 1991, Belgo Noord en 1993, Tel Aviv Opera Foyers en 1994 y finalmente Belgo Centraal en Covent Garden. Comencé mi práctica en 1996 con la intención de dedicarme a la edificación pública, el diseño urbano, la vivienda y, en general, el proyecto social de la arquitectura; llevar diseño de alta calidad a personas que normalmente no tienen acceso a él. Esa se convirtió en mi búsqueda personal.
VB: Me gusta cómo describiste los proyectos en los que trabajaste con Ron Arad en ese momento: esculturales, fluidos y como manchas. ¿Cómo cambió esa experiencia tus expectativas de lo que podría ser la arquitectura?
AB: Fue liberador porque estábamos trabajando fuera de lo convencional, rompiendo muchas reglas y pensando en la arquitectura como una forma de arte purista. Antes de eso, estaba inmersa en el canon modernista, haciendo referencia, pero tratando de escapar, de los héroes del movimiento moderno: Corb y Mies. Trabajar con Ron consistía en ignorar todas esas convenciones. Se trataba de dibujar a mano, encontrar formas, hacer objetos y trabajar directamente con materiales, particularmente con metales: en Chalk Farm Studio, nuestro estudio de diseño estaba arriba, principalmente el taller de corte y doblado, pulido y soldadura. Fue una experiencia formativa que supongo me ayudó a liberarme de todos esos héroes modernistas, a encontrar mi propia voz. Y para responder a su pregunta anterior sobre mudarse a Londres. En retrospectiva, creo que quería irme de Canadá para definirme a mí misma, estar libre de expectativas y demostrar que podía hacerlo sola.
VB: Usted describió dos de sus proyectos, VXO House y Fold House, como impulsados por dos ideas diferentes. Mientras que en la primera casa expresaste cada elemento —una escalera, un muro y elementos estructurales, todos como elementos autónomos—, en la segunda casa exploraste algo completamente diferente: cómo hacer arquitectura a partir de una cosa y solo una cosa, una única lámina de metal para elementos tales como techos, paredes, columnas, marquesinas y bancos se lograron mediante el acto de doblar la piel: placas de latón de 3 mm de espesor. ¿Podrías hablar sobre cómo identifica estas direcciones tan diferentes? ¿Todo proyecto es como un ensayo o también forman capítulos de un libro, por así decirlo?
AB: Es cierto que algunos de mis proyectos pueden verse como un linaje. Pero los momentos más agradables para mí, como arquitecta, son aquellos en los que llegas a lo contrario de lo que fue tu última regla, de lo que puede parecer obvio. Dejar ir ciertas formas de hacer las cosas y empezar algo completamente nuevo, para mí, es lo más interesante. Por eso disfruto de los concursos. A menudo empiezo con tres ideas diferentes con distintos equipos y luego discutimos y debatimos hasta que llegamos a seleccionar una de ellas o abandonar las tres para tomar una dirección completamente nueva. Para mí, la nueva dirección comienza cuando agotas todas las posibilidades. Si algo se ha hecho de una manera, ¿por qué hacerlo de nuevo? La arquitectura cobra relevancia cuando respondes de manera diferente a cada circunstancia. Mi equipo y yo estamos en un camino de descubrimiento y aprendizaje sobre los lugares y las comunidades donde trabajamos para que nuestras soluciones de diseño sirvan de manera reconocible para los destinatarios y su distrito. Quiero sorprenderme a mí y a mi clientela con algo que no hayamos visto antes pero que incorpore sus valores y responda a sus necesidades. Y sí, es importante descubrir algo que me represente como autora. Y hay una agenda feminista en esta búsqueda. Soy una de las pocas oficinas dirigidas por mujeres aquí en el Reino Unido y es importante tener mi propia voz. No necesariamente desarrollar un estilo característico, sino hacer un trabajo innovador de alguna manera, explorando nuevos territorios.
VB: Me alegro de que digas eso porque al entrevistar a arquitectos con bastante frecuencia puedo ver que hay una tendencia en los últimos años a renunciar a la autoría y perseguir proyectos de manera colaborativa y objetiva. Pero mi búsqueda es identificar más y más autores que aportan su autonomía y visiones únicas a la profesión. Honestamente, no habría ninguna razón para entrevistar a diferentes arquitectos si todos repitieran exactamente los mismos objetivos una y otra vez.
AB: Absolutamente. Tener autoría es integral para mí, particularmente como arquitecta. Muchos de nosotros todavía somos relativamente invisibles. Todavía no somos aceptados ni entendidos como inventores, no somos reconocidos como figuras culturales ejemplares. Por lo tanto, no podemos simplemente renunciar a esa misión para centrarnos únicamente en la arquitectura colaborativa. [Risas.] ¿Cuándo vamos a reclamar ese papel? Solo piénsalo: ¿alguna vez has escuchado la frase “una mujer inventora”? Siempre son hombres. ¡¿Por qué es eso?! No, las mujeres son tan ingeniosas como los hombres y es muy importante escribir tu trabajo y celebrarlo. Por supuesto, siempre habrá arquitectura colaborativa y ya operamos una forma de práctica más participativa. Somos muy buenos oyentes. Tampoco estoy diciendo que la autoría sea un reclamo de originalidad. Nadie puede afirmar ser completamente original, especialmente como una práctica del Reino Unido, trabajamos en contextos llenos de referencias históricas e historias profundas. La historia es un gran libro de consulta para la inspiración y la invención. Los arquitectos siempre estamos tomando prestado, y siempre estamos en diálogo con el pasado, y eso es algo bueno. Pero necesitamos unir las cosas de nuevas maneras, siempre. Ahí es donde la autenticidad y la autoría aportan valor.
VB: Me gustaría que elaborara algunas de sus frases. Dijiste: "La arquitectura se trata de crear nuevas narrativas".
AB: Hay formas a través de las cuales la arquitectura puede contar historias que se basan en nuestra memoria colectiva, o que pueden ayudar a crear un sentido de comunidad. Cuando te mueves a través de un edificio, este puede amplificar referencias históricas, materialidad y condiciones de luz, puede enfatizar el encuadre de puntos de vista particulares para reforzar un sentido de conexión y lugar. Por ejemplo, en mi proyecto para Exeter College Oxford, que es tanto un edificio académico como residencial, transformé la tipología histórica de patio cerrado de cuatro lados, a una planta abierta en forma de S que se entreteje entre dos patios. Cada patio tiene usos y calidades de luz diferentes que permiten a los académicos y estudiantes del edificio disfrutar de diferentes perspectivas a lo largo del día, mientras usan el edificio. Internamente, desafié la idea dada de espacio de "circulación" al reinterpretarlo como espacios para la reunión y el intercambio social. Entonces, la principal ruta de circulación a través del edificio es un claustro contemporáneo: un pasaje con paredes de vidrio transparente enmarcado por arcos de madera, con salas de enseñanza en un lado y un patio en el otro. Este claustro conduce a Learning Commons de varios niveles, que es el primer espacio dedicado al aprendizaje social de Oxford. La siguiente secuencia es un claustro de concreto que da al Patio Norte y conduce al Auditorio de Usos Múltiples, es un edificio con forma de joya, que da lugar al espacio de encuentro. Para que el viaje a través del complejo permita a los estudiantes y visitantes experimentar el edificio como una especie de paisaje de múltiples referencias, mi intención era que la forma y la coreografía espacial del nuevo Quad conectaran a las personas de esta comunidad entre sí, con la ciudad y con Oxford. Tradición monástica universitaria. Por lo tanto, la arquitectura puede ser fundamental para mejorar la experiencia del lugar y la comunidad. Se trata de una sensación de ser valorado.
VB: "La falta de precedentes para las soluciones que buscamos es lo interesante".
AB: Permite una especie de libertad imaginativa, para sacudirse todo lo que te han enseñado. Por supuesto, lo que aprendes tiene valor, pero es realmente importante ser capaz de dejar de lado los tipos de acuerdos que has asumido o que la gente espera y tratar de desafiarlos de manera creativa y no alienante. Trabajo de forma gradual, trayendo a nuestros clientes y partes interesadas y compartiendo todo el proceso, nuestra investigación, inspiraciones e intenciones. El punto es llevar las ideas al límite y desarrollar los argumentos fundamentales que las hagan accesibles y convincentes. Pero la mayoría de mis encargos los gano en concursos y el tipo de alcance intelectual o imaginativo que aportan los concursos es realmente gratificante porque tienes la oportunidad de producir un trabajo completo. También estoy buscando oportunidades para incorporar nuevas ideas a mi trabajo en un marco de tiempo muy concentrado. Estoy buscando oportunidades para participar en colaboraciones. Por ejemplo, invité a un pequeño estudio en Lagos a unirse a mí en una competencia para el London School of Economics Global Hub, que es un edificio que albergará varios departamentos académicos y el Instituto para África de la LSE. Creo que las ciudades y universidades europeas y nuestros lugares cívicos realmente necesitan más arquitectura que represente una forma de pensar no occidental. Esto es especialmente cierto en el Reino Unido, un antiguo imperio que prácticamente no tiene ningún ejemplo de arquitectura pública que represente la cultura y el significado de sus antiguas colonias o del Sur Global. Es hora de que nuevas voces y nuevos lenguajes arquitectónicos expresen el verdadero pluralismo cultural de nuestro tiempo.
VB: “Vivimos por una búsqueda de cosas que existen en nuestra imaginación”.
AB: Como muchos arquitectos, estoy en la búsqueda de ofrecer una arquitectura que satisfaga todas las ambiciones en términos de sostenibilidad, inclusión, ingenio y belleza. Estos son los tipos de misiones imposibles que me esfuerzo por lograr. Nosotros, los arquitectos, somos solucionadores de problemas además de artistas. Esa síntesis de resolución de problemas y astucia empática que sirve al bien común es un desafiante acto de equilibrio. Todo el mundo debería tener acceso a lugares hermosos.
VB: "Estoy interesada en reducir la cantidad de materiales con los que tienes que trabajar al mínimo posible, así tienes una sensación de esencialidad para todo".
AB: Sí, esta es otra búsqueda, que creo que logré con Smile. Ese pabellón/escultura se hizo con un material, tulipwood CLT, y ese material era la estructura, el acabado, la geometría y la experiencia espacial, todo en un objeto significativo en el ámbito público. Era una singularidad; no se le podía quitar nada.
VB: Y finalmente: "Insistir en la belleza".
AB: No debemos olvidar el valor de la belleza como propiedad tanto objetiva como subjetiva de la arquitectura. Creo que los arquitectos debemos recuperar nuestro papel en el discurso cultural más amplio en torno a la filosofía de la belleza. Durante gran parte del siglo XX hablamos de funcionalidad y eficiencia como la única forma válida de mejorar la calidad de vida, pero ahora podemos hablar de hermosas formas de unir a las personas a través del trabajo con la luz, los materiales, las proporciones, el ornamento, la iconografía, cómo relacionar el espacio con el cuerpo humano, cómo permitir que la naturaleza y la arquitectura coexistan visual y físicamente. Nuestra profesión carece de las métricas para demostrar que estas cualidades en la arquitectura pueden crear valor social a largo plazo en términos de salud y bienestar, productividad y capital social. Este es, por supuesto, un proyecto político y económico más amplio, pero también es un proyecto de arquitectura. La experiencia de la belleza sigue siendo demasiado rara para demasiadas personas que viven en entornos urbanos y suburbanos degradados. Todo el mundo necesita la belleza como parte de la experiencia cotidiana. Es un anhelo innato en todos nosotros, al igual que necesitamos producir arte. El funcionalismo, el racionalismo y el conceptualismo no son suficientes.
