Como protección frente a las bajas temperaturas, surgen las alfombras hace alrededor de 3500 años de antigüedad y con el correr del tiempo, se vuelven un verdadero arte capaz de alcanzar un gran nivel de especialización a partir del siglo XVI. Alfombras y tapices de diversas formas, colores, texturas y patrones se implementan en los diferentes ambientes de las viviendas con el objetivo de satisfacer las necesidades de sus usuarios y lograr el confort en los espacios, extendiéndose en algunas ocasiones más allá del fin con que fueron ideados desde sus inicios.
En lo que respecta a su terminología, la Real Academia Española define a la alfombra como aquel tejido de lana o de otras materias, y de varios dibujos y colores, con que se cubre el piso de las habitaciones y escaleras para abrigo y adorno. En el marco de unas excavaciones realizadas en Siberia hacia 1947, se elaboró la primera alfombra conocida, denominada Pazyryk, sobre alguna zona de Armenia o Persia. Sin embargo, su aplicación dentro de los hogares occidentales recién se volvería popular en el siglo XVIII.
Según el modelo y/o cantidad de nudos, el método de fabricación, la forma, las texturas, la antigüedad, el tipo de fibras y demás características, las alfombras o tapices han ido evolucionando y actualizándose con el tiempo debido al avance de las nuevas maquinarias y tecnologías con que se elaboran. Alfombras en nudo, rasuradas, mixtas, en rollo o modulares son capaces de combinar materialidades, texturas, colores y patrones en el diseño de los espacios interiores y exteriores abriendo un amplio abanico de posibilidades donde se conciban no solo como elementos decorativos sino también como articuladores de los espacios, delimitando determinadas áreas para diferenciar los usos y enmarcando los mobiliarios, entre otras funciones.
Aquellas alfombras realizadas a mano comúnmente llevan el nombre del sitio donde han sido elaboradas o de la etnia que las llevó a cabo. Pueden ser de fibras animales como la lana, seda o cuero, de fibras sintéticas como el vinilo, nylon, polipropileno, poliéster, acrílico o goma reciclada y de fibras vegetales como el algodón, yute, sisal, fibra de coco, tatami, sea-grass o las esteras. Según su textura o el tipo de hilo que posean, hay alfombras de bucle liso, bucle estructurado, pelo cortado o combinadas pudiendo manufacturarse desde en tiendas nómadas hasta en pueblos y aldeas, talleres o directamente ser industriales.
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No existe un único espacio donde puedan instalarse las alfombras o tapices ni tampoco una única manera de disponerlos. Si bien pueden actuar de recibidores en los accesos de las viviendas, también pueden funcionar en los espacios de uso diario como los comedores, más allá de que su uso no parezca compatible, empleándose para cuidar los solados de raspaduras, caídas o daños que puedan producir los mobiliarios u objetos del ambiente.
Además, una de sus características es que resultan ser aislantes térmicos ya que las fibras ayudan a regular las temperaturas en el interior de los espacios por lo que su aplicación en sitios de descanso suele implementarse como método de abrigo tal como fueron concebidos en sus inicios y en países como Chile, Costa Rica, Brasil o México se materializan con tejidos que varían acorde a las condiciones climáticas de cada país.
A lo largo de América Latina, adoptan diferentes configuraciones en los ambientes de las viviendas y se adaptan a los estilos de interiorismo que arquitectos, arquitectas y diseñadores han pensado para sus espacios. Aunque por lo general las alfombras se aplican en relación a los espacios de estar en coordinación con los sofás, en algunos países como México su uso se extiende a los locales húmedos que componen los baños y cocinas. A su vez, tanto allí como en Brasil, se implementan en los espacios de distribución de las viviendas cobrando protagonismo desde la distancia ya sea al contrastar con la elección de los solados o camuflarse acorde a las tonalidades de los mismos.
Según el clima de la zona geográfica donde se implementen, pueden colocarse en los exteriores de las viviendas sobre espacios resguardados para evitar su deterioro y prolongar su duración a través del tiempo. Se trata de elementos que indudablemente requieren de un mantenimiento y limpieza considerable pero que permiten transformar los espacios de las viviendas gracias a su versatilidad y variedad de diseños.
