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Arquitectos: Alarcón+Fuhrhop+Montalbetti
- Área: 50 m²
- Año: 2018
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Fotografías:Cristian Fuhrhop, Matías Alarcón, Cristóbal Montalbetti
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Más allá de las características físicas que presenta todo cuerpo, existen un sin fin de referencias inmateriales, connotaciones adoptadas por la memoria o la cultura, evocando referencias a imágenes que construyen un juicio previo. Despojarse de ellos implica un proceso de resignificación, por lo que volver a construir ha significado en este caso particular una manera de llevar a cabo el duelo.
Queremos creer que los prejuicios materiales son de por si sobre llevables, que las formas de construir no representan normas, sino más bien referencias, como si fuesen memorias de cómo se han hecho las cosas, que a la vez esbozan lo que aún es posible hacer. Es por ello que nos limitamos a mostrar esta obra desde una aproximación constructiva, manteniendo de manera un tanto implícita en ello la carga proyectual que supone dicho memorial y a la vez sepulcro.
Se llegó a un acuerdo de trabajar con hormigón, lo cual no suele ser recurrente en el sector más que para trabajos de radiares o cimientos. En lugar de asumir la carencia de este oficio como una limitación, quisimos entenderlo como una medida y manera de aproximarse al proyecto, posibilitando libertades que nos desviarían de lo convencional hacia una posible exploración material.
Como en una suerte de escenario se levantaron 50 piezas de hormigón prefabricadas in situ de casi media tonelada cada una de ellas. Unas especies de menhires un tanto torpes, levemente inclinados y bastante pesados, pero que a la vez resultarían sumamente frágiles producto de sus cantos desquebrajados. Esta textura de ángulos agudos proveniente de los moldajes realizados con tubos de PVC, resulta provocar una imagen tanto agresiva producto del filo de sus cantos, pero lo cual permite medir una distancia, dar cuenta de cierta proximidad hacia la obra. La imagen individual que procura cada pieza se desdibuja entre los cantos a medida que la repetición e imperfección de sus pares conforman un elemento mayor; una colección de imágenes individuales, de memorias y construcciones.
Producto de esta repetición se conformaría una suerte de muro con el cual quisimos distanciar dos espacios, uno más expuesto dando hacia el valle que permitiese llevar a cabo las actividades litúrgicas, y otro más contenido contra la ladera que procurase aislarse del contexto, delimitado por el árbol que conmemora el sepulcro. Estos dos espacios se vincularían únicamente por la tensión producida al romper la continuidad en lo entendido como estable, invirtiendo la disposición de una de estas piezas se desestabiliza lo construido.
Nos interesa la arista especulativa que suscitó el desarrollo de este proyecto, pero no creemos poder hablar de un proceso acabado, el factor más importante para esta obra es de por si el tiempo, con el paso de éste su apariencia cambiará notoriamente y el cómo y por qué fue construida se representarán tan solo con imágenes difusas de su estado… quizás ahí cuando desaparezca la memoria, creemos que se podrá comenzar a discutir sobre eventuales apreciaciones.