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Arquitectos: Max Núñez
- Área: 130 m²
- Año: 2018
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Fotografías:Roland Halbe
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Proveedores: GRAPHISOFT
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La casa de vidrio contiene un pequeño bosque cautivo. Mediante diversos sistemas mecánicos genera un medioambiente artificial acondicionado para recrear un fragmento de selva tropical en una latitud distinta. Sus habitantes son una variedad de plantas, helechos, palmeras, orquídeas, musgos, pequeños árboles, y algunos insectos que han encontrado en esta atmósfera controlada su nuevo hábitat.
Aquí los seres humanos son visitantes esporádicos. Salvo algunas intromisiones del jardinero o del propietario, este es mayormente un espacio vacío de personas; es una casa para plantas.
La rutina diaria de estas especies se ajusta a su ritmo circadiano, al movimiento del sol, su incidencia en la temperatura y humedad del ambiente, como esto se traduce en la necesidad de agua y ventilación. Estas sutiles variables atmosféricas fueron integradas en el diseño, intentando vincular estrechamente este pequeño pedazo de naturaleza con la estructura portante y los sistemas de acondicionamiento mecánico.
La cubierta se conforma de dos bóvedas de bloque de vidrio. El espacio cóncavo bajo las bóvedas permite una altura interior suficiente para el crecimiento de pequeños árboles. A su vez la cáscara estructural de vidrio forma un cielo de superficie continua que evita la proyección de sombras. El bloque de vidrio utilizado tiene la particularidad de que su cara interior es estriada, lo que evita el paso directo de los rayos de sol, disminuyendo la radiación directa sobre las hojas. Las únicas interrupciones en la superficie de las bóvedas son las dilataciones estructurales que les permiten resistir ante un posible movimiento sísmico. Estas estrías son aprovechadas para conducir un sistema de pequeñas mangueras por donde micro aspersores humectan cenitalmente el ambiente cuando la humedad baja.
En los extremos de cada bóveda, orientadas norte-sur, se disponen puertas proyectantes que se abren mecánicamente para producir ventilación cruzada cuando la temperatura interior supera los 24 grados. El soporte central de ambas bóvedas permite subir por una columna el agua de los aspersores y por la otra el cableado eléctrico que alimenta la apertura de las ventanas de ventilación. Abajo, en torno a las plantas, un zócalo de 1m de alto revestido en metal desplegado deja entrever los ductos del sistema de calefacción que recorren el perímetro, necesarios para calentar el ambiente cuando las temperaturas bajan los 14 grados. Estos distintos mecanismos, sumado a un sistema de riego automatizado standard, son operados simultáneamente durante todo el año por un controlador digital, una tecnología común en invernaderos de la industria agrícola. Para los cuatros frentes de vidrio que rodean la planta cuadrada del edificio se utilizó un vidrio extra claro, haciéndolo más traslucido para el ojo humano, de esta forma las plantas son más visibles desde el exterior, convirtiendo el edificio en una gran vitrina que exhibe a sus habitantes.