Al momento de talar un árbol se interrumpen sus procesos biológicos, y también se puede decir que comienza el proceso de deterioro de la madera. Pasos como el correcto corte del tronco, secado y almacenamiento o la especificación precisa de las mejores especies para cada uso determinarán su durabilidad. Compuesta básicamente de celulosa, hemicelulosa y lignina, cada especie de madera tiene una cierta durabilidad natural, influenciada también por las condiciones ambientales del lugar donde se inserta, como la temperatura, la humedad, el contenido de oxígeno y los microorganismos e insectos allí presentes. Generalmente, los tratamientos superficiales se utilizan para aumentar la protección de diferentes piezas, como barnices, aceites y otros procesos químicos. Pero hay situaciones en las que se puede utilizar madera sin tratar en exteriores, consiguiendo una estética gris y sobria que se funde con el exterior y aporta personalidad al edificio.
Cuando la radiación ultravioleta del sol entra en contacto con la superficie desprotegida de la madera, descompone la lignina de la celulosa, provocando una degradación fotoquímica. El resultado es un cambio en la apariencia de la madera de su color original a un brillo gris plateado gradual. Como señala Rebecca Ellison en su artículo sobre los efectos de la luz en los materiales, algunas de las largas cadenas moleculares se rompen, disminuyendo el grado de polimerización y debilitando el material. Sin embargo, menciona que "es poco probable que el deterioro tenga un efecto significativo en la integridad estructural, ya que la auto-oxidación solo ocurre en la superficie". Es decir, si la madera es apta para la construcción, quedará casi intacta detrás de su aspecto tosco y gris.
Aunque el efecto estético resultante es atractivo, hay que tomar algunas precauciones para que la fachada no decepcione. En primer lugar, no todas las especies de madera son adecuadas para uso externo, especialmente sin tratamiento. Hablar de tipos de madera siempre es delicado, ya que existen diferencias significativas entre países, climas e incluso donde crecen los árboles. Lo importante es buscar en las guías las especies locales que resistan mejor los ataques de hongos y que tengan mayor resistencia a la descomposición.
Cuando estudiamos algunos de los proyectos publicados en ArchDaily, observamos que algunas especies aparecen con mayor frecuencia: principalmente fresno, alerce, cedro y ciprés, así como algunos ejemplos con roble y nogal. Las maderas más blandas como el pino o el abeto requieren tratamiento. Según algunas fuentes en Internet e investigaciones académicas, hay maderas que pueden soportar hasta 40 años de clima inestable.
Otro punto importante a la hora de utilizar madera sin tratar, con cualquiera de las especies mencionadas, es dar preferencia al duramen, es decir, al núcleo, siempre que sea posible. Es la parte más oscura y madura del tronco, más rígido y duro por su alto contenido en lignina. La albura, a su vez, está formada por las partes más jóvenes del árbol, más livianas y aún en formación y contienen más agua y poca lignina, haciéndolas más propensas a ataques de xilófagos y pudriciones.
Este artículo de Wade Shaddy tiene algunos buenos consejos para usar madera en bruto en fachadas. Además de las especies más adecuadas ya mencionadas, señala que mantener la madera sombreada y seca mantendrá alejados a los hongos por más tiempo. Como suelen multiplicarse en los rincones húmedos, es importante que el agua se escurra lo más rápido posible, sin que se acumule en ningún punto. Por ello, es importante prestar atención a los detalles de las bandejas recogegotas y, sobre todo, procurar que la madera no quede en contacto con el suelo. Cuanto más cálido y húmedo sea el lugar, mayor importancia se le debe dar a los insectos y hongos. Por eso vemos muchos más ejemplos de fachadas de madera sin tratar en lugares fríos y secos, incluso edificios sin alero. Pero esto no es una regla rígida. Por ejemplo, en Vila Taguaí, proyecto de Cristina Xavier Arquitetura en Carapicuíba, se utilizó madera de cumaru expuesta. Aunque es una especie muy resinosa y resistente, un alero pronunciado protege todas las fachadas.
Además de las preocupaciones sobre el aspecto y la resistencia de las fachadas sin tratar, existen recomendaciones para cualquier trabajo realizado con madera. Cuando se tala un árbol, todavía contiene una proporción alta de agua/humedad - generalmente entre cuarenta y cincuenta por ciento del contenido de agua. Es importante que las piezas se sequen antes de ser instaladas, para que mantengan su integridad física y dimensional. Las maderas muy secas no se doblan ni se pelan y son más duraderas. Otra cosa a tener en cuenta son los conectores -clavos y tornillos- que, preferiblemente, deben ser inoxidables y por tanto no dejan manchas en las piezas de madera si se oxidan.
Si bien las fachadas sin tratar no requieren mantenimiento ni procesamiento de las piezas, es importante señalar que se deben priorizar las especies y piezas de madera más finas. Y el aspecto visual, en unos años, puede convertirse en uno de los principales atractivos del edificio, para los amantes de los materiales visibles. Descubre algunos ejemplos más de fachadas con tableros de madera sin tratar en esta carpeta de My ArchDaily.