Sinónimo de luz y lealtad, la figura de los faros nos remonta hacia la antigüedad. Concebidos con un fin utilitario, aquellas estructuras arquitectónicas han acompañado durante décadas a miles de navegantes alumbrando las costas y advirtiendo ante la existencia de tantos posibles peligros y accidentes geográficos. Arraigados en la memoria colectiva, representan momentos históricos determinados dependiendo del país o lugar del mundo en que se encuentren.
Al recorrer la ininterrumpida costa marítima argentina que se extiende desde Buenos Aires hasta Tierra del Fuego, los faros se alzan cual columnas y asomando de entre las olas, señalan el límite de la civilización permitiendo el diálogo y la articulación con la naturaleza.
Si nos remontamos en la historia, las referencias de esta tipología presentan a El Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría, considerados entre las siete maravillas del mundo antiguo. Situado en la isla de Pharos, el Faro de Alejandría, construido por el arquitecto Sóstratos de Cnido en el siglo III a.C, le dio el nombre. Esta torre se ubicaba en una pequeña isla hacia la entrada del puerto, cercana a la desembocadura del Nilo, y permitía controlar tanto la ciudad como el puerto. Dicha proximidad, denota la importante dimensión arquitectónica que adquiría el faro en estas circunstancias constituyendo el nexo de unión con la ciudad y simbolizando poder y riqueza. Desde su altura, su posición en el territorio, su estructura, su materialidad o su capacidad para organizar el entorno que lo rodea, forma parte de la configuración del paisaje de las costas y se muestra como una arquitectura activa que no descansa, prestando servicio diariamente las 24 horas.
Construcciones ideadas con el objetivo de ser vistas y permitir la visión del entorno circundante, estas sencillas estructuras de composición en planta circular, octogonal o rectangular, se despegan del suelo en una carrera hacia el cielo para poder así difundir su luz y dominar el territorio por completo. Tan solo un acceso y una escalera son suficientes para su funcionamiento. La luz que irradian, su forma y su color son características propias que les permiten cumplir con sus funciones sea de día como de noche.
Más allá de los materiales con que hayan sido construidos, el espacio donde se ubiquen o simplemente las emociones de las personas que los contemplen, son capaces de transmitir múltiples significados desde refugio y protección hasta poder y riqueza. La verticalidad e imponencia de su forma denotan un símbolo de fortaleza, resistencia y valentía, mostrándose firmes en los bordes de las costas. Por otro lado, estos elementos esbeltos y aislados de carácter histórico, constituyen una esperanza y un punto de reencuentro y unión que anuncia la proximidad al hogar.
Lo cierto es que, con el paso del tiempo, los faros se han ido transformando debido a la aparición de nuevas tecnologías y exigencias que los impulsaron a “aggiornarse” a los tiempos que corren. Hacia principios del siglo XIV la luz de los faros era generada por combustión de aceite. A fines del siglo XIX comenzó a utilizarse la parafina, le siguió el petróleo, y luego, el gas acetileno hasta que finalmente se incorporó la electricidad.
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De los 62 faros que protagonizan las costas argentinas, presentamos un recorrido por algunos de los más representativos de ellos, que traen consigo un gran valor turístico e histórico:
1. Faro San Juan del Salvamento: conocido como el faro del fin del mundo, se ubica al noreste de la isla de los Estados, provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
2. Faro Les Éclaireurs: ubicado sobre los islotes Les Eclaireurs en el Canal de Beagle, frente a las costas de la bahía de Ushuaia, en Tierra del Fuego.
3. Faro Querandí: a 30 km de la ciudad playera de Villa Gesell, sobresale entre los médanos y coníferas que componen la reserva natural de pastizales, dunas y bañados.
4. Faro de la Isla Martin García: a 50 km de Buenos Aires, al sur de la Isla Martin García, declarado monumento histórico nacional desde 2011.
5. Faro Rio Negro: se encuentra en la entrada de Rio Negro, es parte del patrimonio histórico de la humanidad desde 2015.
6. Faro Punta Delgada: ubicado en la península de Valdes, a 70 km de Puerto Pirámides, Chubut. Alberga un hotel de campo y se rodea de un paisaje de grutas, acantilados y elefantes marinos imponentes.
7. Faro Punta Mogotes: el primer radiofaro argentino, traído desde Francia e instalado en Mar del Plata.
8. Faro Quequén: ubicado en la localidad de Quequén, partido de Necochea, es un símbolo para la ciudad siendo su figura parte del escudo del distrito.
9. Faro Recalada Bahía Blanca: ubicado en la localidad de Monte Hermoso, es el más alto de Sudamérica y se encuentra en las cercanías a la desembocadura del arroyo Sauce Grande.
10. Faro Stella Maris: ubicado en Concepción del Uruguay, en la costa del Rio Uruguay, provincia de Entre Ríos. Es el único faro fluvial de Argentina.