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Arquitectos: Estudio Aloras
- Área: 210 m²
- Año: 2019
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Fotografías:Federico Cairoli
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Proveedores: AutoDesk, McNeel, Trimble
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Un solar, un árbol, el sol, un programa, un deseo y la memoria. Pensar una casa es una oportunidad, un vehículo que nos lleva a entrelazar el deseo del otro, el nuestro y un contexto que en algún punto es ineludible. Un lote en un pequeño barrio cerrado en la localidad de Funes, aledaña a la ciudad de Rosario, es adquirido por una pareja que propone un programa simple, con premisas concretas en relación a la cadencia material y formal del objeto en cuestión, como también el deseo de una serie de experiencias muy definidas en el modo de relación con el entorno.
Este terreno se encuentra rodeado de exuberante vegetación en sus bordes norte y oeste y es atravesado por una enorme Tipa en toda la extensión del sentido norte-sur. El fondo hacia el este es el área más liberada de árboles. En su margen sur es donde probablemente el sol esté presente más horas en verano y allí se colocará la piscina. La vivienda se implanta cerca de la calle, intentando establecer un límite concreto entre lo público y lo privado, para también liberar la mayor porción del lote hacia el fondo. Casi como un juego, esta pieza, para poder posarse en esta porción del solar, se deja moldear por todo lo que la rodea. Las directrices de los bordes, los perfiles y el gran árbol que la fragmenta, la rompe, la desplaza y la exige hasta el límite, dejando un vacío hacia el cielo, construyendo, a su vez, un espacio semicubierto.
La casa se abre de manera intencionada y se mira a sí misma, nos invita a atravesarla para encontrar, en este recorrido, fragmentos de cielo. Así como crece un árbol, la casa se acomoda, se amolda y se estira hacia el vacío, estableciendo un dialogo con su entorno forestal inmediato. La resultante no es más que la lectura de una oportunidad: la que da la geometría que impone el terreno, conjuntamente con la presencia del gran árbol. La voluntad de los futuros habitantes en usar el hormigón armado, devuelve no solo una interesante relación tectónica y formal con el entorno, sino que posibilita resolver cuestiones estructurales extremas, contraponiendo su resistencia con las cualidades que brinda la naturaleza fluida del material, que nos permite moldearlo como una piedra en el suelo.