Todas las ciudades grandes se enfrentan al desafío de gestionar el desarollo, su expansión y sobre todo funcionar como un sistema íntegro. En el caso de Bogotá, una de las problemáticas principales es la movilidad de la población flotante como los habitantes locales. Conversamos con la arquitecta urbanista Liliana Mejía Gonzalez, directora de la Dirección de Proyectos del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), quien nos profundizó en el Plan Distrital de Desarrollo 2020-2024 para el distrito capital.
Si bien el Plan de Desarrollo involucra varias áreas, en este caso atenderemos las que le compete a la infraestructura urbana haciendo énfasis en la movilidad.
Liliana nos compartió la visión del plan que está en fase de estudio de prefactibilidad y funciona proyectando con base en lo construido. La dirección de proyectos del IDU se encarga de diseñar y supervisar las propuestas de la malla vial, espacio público, ciclorutas, corredores de conexión regional y mejoramiento de las vías y el urbanismo preexistentes.
No podemos perder de vista que estamos trabajando en una ciudad construida. Y cuando intervenimos en la preexistencia hay que hacer lo posible por generar el menor impacto posible. Con la malla vial lo que se pretende es que sean ejes articuladores en la ciudad. Esto va a funcionar integralmente como lo hace el cuerpo humano, teniendo en cuenta cuales son los elementos principales que alimentan la movilidad urbana, y cómo a través de las articulaciones -donde otros sistemas convergen- se van repartiendo y colaborando de manera integral.-Liliana Mejía
El foco de la prioridad de la movilidad, la ciudad se propone como una pirámide invertida donde se prioriza a el peatón, seguido de los ciclistas, el transporte público y finalmente los vehículos privados.
Para materializar dicha propuesta, el desarrollo y mejoramiento del espacio público son el común denominador de todas las obras, bien sea el perfil del trazado del Regiotram o los sectores que conectan los sistemas de transporte en cables elevados.
El Regiotram usa las vías férreas preexistentes y conectará en una primera fase -que ya está licitada- con la población que habita en el occidente desde Facatativa hasta el centro de Bogotá y una segunda fase -actualmente en estudio de factibilidad y diseño- que conectará con los municipios del norte de Chía, Cajicá y Zipaquirá.
Hacia el este están los Cerros Orientales que con sus pronunciadas pendientes han dificultado el desarrollo conexiones viales con los municipios aledaños en ese sector. Para atender a estas poblaciones, se propone el sistema de cables aéreos. Siguiendo el ejemplo del TransmiCable de Ciudad Bolívar, se proyectan dos nuevas líneas: el cable San Cristobal al sur-oriente de la capital que complementa el corredor vial de la carrera décima partiendo del 20 de Julio hasta Altamira con posibilidad en estudio a Juan Rey como un ramal recreativo. El cable de Potosí al sur-occidente que conecta el límite de Soacha saliendo por el Portal Sur de Transmilenio. Y al nor-oriente el cable de Usaquén que conectaría con ese sector de los Cerros Orientales mediante una de dos posible vías; por El Codito o por Santa Cecilia para conectarse con el Regiotram del Norte, bien sea directa o virtualmente. En caso de ser una conexión virtual, se desarrollará la transformación del espacio público en el tramo desconectado, según comentó la arquitecta.
Parte de la estrategia es priorizar la sostenibilidad y el medio ambiente, por eso se promueve el uso de ciclorutas como movilidad principal. Actualmente Bogotá cuenta con 550Km de ciclorutas en funcionamiento. El plan de desarrollo proyecta ampliar 35Km semi-temporales para ir impulsando paulatinamente el uso de estas vías, 226km de trazado nuevo y darle mantención a 110km. Una de las propuestas más ambiciosas es el corredor de la cilcoruta Medio Milenio que conecta la ciudad de Sur a Norte desde El Tunal hasta la calle 170.
Por último, Liliana dijo el esfuerzo por el artículo ya aprobado del corredor verde por la emblemática Carrera 7 que destaca por su patrimonio y múltiples usos. Este funcionará como un límite permeable que articula la ciudad con los Cerros Orientales.
