-
Arquitectos: Rojkind Arquitectos
- Área: 338 m²
-
Fotografías:Jaime Navarro
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La casa Amanali se localiza 40 minutos al norte de la Ciudad de México en un desarrollo residencial cerca del pueblo de Tepeji del Río (del náhuatl “peñascos” del río). Esta pequeña ciudad se localiza en lo que fuera la ruta del histórico Camino Real a Querétaro y en tiempos de la Colonia era un lugar donde los viajeros de la capital que iban rumbo a las ciudades del norte paraban a descansar. Ahora, el pueblo de Tepeji del Río se ha desarrollado como un tranquilo lugar de veraneo y descanso para los residentes de las ciudades de México y Querétaro que disfrutan de su clima templado y el acceso a actividades acuáticas en la presa Requena.
La casa fue concebida como un refugio de fin de semana que permite vivir al aire libre sin barreras definidas entre el interior y el exterior. En vez de salir de la casa al jardín, el jardín se vuelve parte de la casa y viceversa.
Todas las circulaciones se mantuvieron al aire libre. El terreno es una parcela semirectangular que desciende hacia el campo de golf del desarrollo y ofrece vistas de la presa y las montañas lejanas.
Cinco volúmenes prismáticos o “peñascos” componen la casa y están recubiertos de una piedra local de color oscuro y textura porosa. Los volúmenes albergan respectivamente el salón de estar, la cocina-comedor y las recámaras y están comunicados entre sí por un pasillo serpenteante al aire libre. La casa se va descubriendo gradualmente a medida que uno desciende del nivel de la calle a través del “callejón” que le da al complejo la sensación de un antiguo pueblo en la colina.
Cada volumen se comunica con el exterior a través de grandes aperturas recubiertas en vidrio montado en marcos retráctiles y tiene acceso a su propio patio o terraza privados rodeados de vegetación tolerante a la sequía. El recorrido por la casa culmina abriéndose de nuevo a las vistas distantes accesibles desde el nivel más bajo del terreno donde se localizan un jardín y la alberca.
Las paredes de piedra funcionan como colectores térmicos que atrapan el calor del sol durante el día y lo liberan por la noche. La temperatura durante el día se regula mediante ventilación cruzada natural. Todos los materiales son locales y la vegetación nativa de la zona.