¿Nos preocupa el coronavirus? Sí, más allá del apuro en encontrar curas para la salud, se ve que las ciudades reaccionan utilizando arquitectura y planificación urbana como herramientas para la contención del virus, destruyendo nuestras nociones de ciudad y planificación.
¿Qué necesitamos saber sobre los Coronavirus? No son nuevos. Identificados por primera vez en la década de 1960, son comunes tanto en humanos como en animales, y aunque algunos de ellos no son peligrosos, otros son extremadamente graves. El 2003, el brote del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) fue responsable de 774 muertes, el Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS) el 2012 fue responsable de 282, y el más reciente — el Coronavirus (conocido técnicamente como el 2019-nCoV) — es alarmante en vista de su creciente número de casos y muertes. Los coronavirus se clasifican como "enfermedades zoonóticas", lo que significa que pueden propagarse a las personas desde los animales. Al igual que en el caso del SARS, y el brote del Coronavirus en Wuhan, los murciélagos fueron los portadores originales. Estos animales luego transmitieron el virus a otros animales, que luego lo transmitieron a los humanos.
Observar la evolución del brote revela ideas fascinantes sobre cómo las ciudades (tanto en China como en el extranjero) están respondiendo a la crisis. Desde el brote reportado el 9 de enero por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el mercado de carne de Wuhan, donde se originó el coronavirus, fue cerrado e invadido por personas con trajes de protección. Dos semanas después, la ciudad de Wuhan fue puesta en cuarentena, y luego rápidamente, la zona se extendió a 15 ciudades (incluido el Disneyland de Shanghai). En total, 56 millones de personas fueron aisladas físicamente del mundo exterior con el transporte público y las carreteras cerradas, durante el Año Nuevo Lunar chino.
¿Cómo reaccionan las comunidades ante esto? Curiosamente, hay dos lados reportados sobre el tema, uno en donde los residentes están cantando colectivamente consignas desde los balcones de sus hogares para mantener su estado de ánimo, en contraste con las escenas desoladoras que reinan en las ciudades ahora fantasmas, y los actos improvisados de los civiles para crear zonas libres del virus. En un informe de SkyNews, se observan medidas estructurales en forma de muros de ladrillo improvisados en un intento por evitar que personas externas accedan a áreas seleccionadas de la ciudad. Éstos van acompañados de letreros que dicen: "No se permiten personas externas" y de puntos de control de salud voluntarios. Los residentes no están haciendo esto por órdenes gubernamentales, sino en un intento por evitar que sus comunidades corran el riesgo del brote del virus. Pero, ¿qué significa esto para los residentes?
Aislarse en las casas, en este contexto, durante largos períodos de tiempo pone a prueba a las ciudades que dependen del automóvil, ya que los residentes solo salen a comprar comestibles. Esto es problemático ya que algunas carreteras están cerradas y hace que grandes grupos de personas vayan al mismo punto de compras debido a ideologías de planificación centralizadas. Las lecciones de Nikos Salingaros (profesor y colaborador de ArchDaily) y de Carlos Moreno (que actualmente lleva a cabo "15-minutes city") son valiosas aquí, ya que entendemos que la planificación centralizada puede conducir a mayores posibilidades de infecciones por virus. En este caso, la descentralización no solo reduce la dependencia del automóvil al eliminar por completo esta necesidad, sino que también brinda resistencia a la comunidad, ya que las más pequeñas aún pueden funcionar si deciden desconectarse de la ciudad más grande.
Desde el punto de vista de la construcción y la arquitectura, China no defrauda con los increíbles recursos invertidos para satisfacer sus necesidades de salud. La construcción de un hospital de 1,000 camas comenzó con un plazo de finalización de solo 6 días (finalización prevista el 3 de febrero). Después de esto, se anunció uno adicional para albergar 1.300 camas, con un plazo de finalización de 15 días. Mientras tanto, los edificios se están renovando en tiempos récord para albergar al creciente número de pacientes, que actualmente se alinean en las salas de los hospitales. La situación es tan grave que se ha informado que los médicos usan pañales para no perder el tiempo con los descansos para ir al baño. La demanda de un aumento de la construcción ultrarrápida y los problemas de sostenibilidad arquitectónica se dejan de lado en favor de la supervivencia humana.
Se espera que la economía urbana tenga un costo, y esto no se puede descartar ya que las ciudades contribuyen más del 80% al PIB mundial. Desde el brote de SARS, hubo un impacto económico estimado de USD 12-18 mil millones como resultado de las industrias de turismo, viajes y ventas minoristas. Se estima que el brote del virus del Zika, por su parte, le costó a las economías locales en las áreas afectadas entre USD 7-18 mil millones, mientras que el virus del Ébola causó una pérdida estimada de USD 2.200 millones en el PIB de tres economías (Guinea, Liberia y Sierra Leona ) solo el 2015. Como es demasiado pronto para calcular la previsión del impacto económico del coronavirus en las 15 ciudades y los impactos resultantes en la economía china, se espera que se revise la planificación de resiliencia para garantizar que las funciones económicas urbanas continúen, incluso a pasos reducidos, en futuros brotes.
Tener una gran tecnología de nuestro lado puede ayudar, ya que nuestras ciudades se están convirtiendo cada vez más en un patio de recreo para las corporaciones en tecnologías de la información y comunicación (TIC) debido a la creciente popularidad de ciudades inteligentes, donde se espera que el mercado de IoT (internet de las cosas) llegué a 20.000 millones este año (2020) y 41.000 millones el 2025. Esta riqueza de datos se acuña como la nueva fiebre del oro, pero, además de las preocupaciones de privacidad, hay críticas de que su uso está limitado principalmente por las grandes corporaciones de TIC para obtener ganancias monetarias; por lo tanto, limita la comunicación de datos entre dispositivos de ciudades inteligentes y entre sistemas. Este enfoque de datos segmentados niega la eficiencia de que estos conceptos y conjuntos de datos podrían procesarse a través de herramientas de inteligencia artificial (IA). Sin embargo, incluso con conjuntos de datos limitados, un algoritmo de IA canadiense logró detectar el brote de coronavirus 9 días antes. No obstante, se pueden obtener lecturas más precisas a través de conjuntos de datos más grandes al garantizar que los protocolos sobre el intercambio de datos estén calibrados para eliminar todos los obstáculos relacionados con el intercambio de información y para esto, existe la necesidad de estandarizar los protocolos entre los operadores de ciudades inteligentes y los fabricantes de dispositivos.
Lo que sigue, a medida que el mundo observa de cerca esta pandemia, es la necesidad de aumentar las discusiones entre varios interesados, expandiendo la esfera de la salud a otros; incluido organizaciones arquitectónicas y urbanas, como la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), la Asociación Internacional de Urbanistas (ISOCARP) y otras junto con grandes corporaciones de TIC. Las discusiones sobre el futuro de las ciudades, en nuestro mundo urbanizado actual, solo pueden tener resultados sostenibles si todos los actores entienden, o pretenden comprender, las intrincadas relaciones entre las diversas dimensiones urbanas, incluidas las sociales,. En esto, los profesionales del diseño necesitan expresar su voz. Es importante que contribuyamos a la discusión, ya que estamos presenciando una catástrofe global. Como solucionadores de problemas, podemos trabajar en colaboración para el estudio de cómo proporcionar una mayor habitabilidad en esas ciudades chinas y en otras, en economías menos desarrolladas, en caso de que el virus se propague aún más en las próximas semanas.
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