Actualmente, la escena de la arquitectura contemporánea en México está conformada por arquitectos y arquitectas quienes día con día suman esfuerzos que responden a las condiciones actuales del contexto que los rodea. Distintos acontecimientos –como los sismos del 2017– han puesto sobre la mesa temas en donde se ha repensado la profesión a distintos niveles, recopilando lecciones que han replanteado la labor del gremio y sobre todo, el lugar en el mundo que ocupan los objetos arquitectónicos. Este cambio de paradigma ha permitido sensibilizar a los y las arquitectas en temas sobre materialidad, procesos regionales y temas urbanos, en donde quepa lo común, con equipos de expertos que den nuevas respuestas pero sobre todo nuevas preguntas.
En esta entrevista exclusiva para ArchDaily, los arquitectos mexicanos Jorge Arvizu, Ignacio del Río, Emmanuel Ramírez y Diego Ricalde quienes conforman Estudio MMX hablan de su labor como arquitectos contemporáneos a lo largo de estos diez años de carrera en conjunto a partir de una dinámica colectiva en donde desarrollan proyectos que responden a su contexto físico, económico, político y social. Sigue leyendo para conocer la entrevista completa.
Mónica Arellano: Partiendo de que son cuatro socios, me gustaría que me contaran ¿Cómo funciona la oficina?
Diego Ricalde: La oficina funciona de maneras muy cambiantes, una de las cosas que hemos aprendido a lo largo de estos diez años es que no puede haber un sistema de administración ni tampoco un sistema de trabajo fijo. El ambiente en México, en muchos sentidos es muy volátil por lo que resulta complicado programar tanto los equipos como los trabajos y los proyectos.
Ahora sabemos que tenemos que estar haciendo ajustes finos a los sistemas de trabajo en la administración para que la oficina funcione. Además de que intentamos buscar el tiempo de estar juntos, que es para lo que hicimos esta oficina, para discutir siempre entre todos los proyectos. Buscamos nuestros tiempos, los espacios necesarios para estar los cuatro en la oficina, para revisar juntos los proyectos y formar parte del proceso. De esa manera hemos logrado sobrevivir estos diez años.
MA: ¿Cuál fue el primer acercamiento a la arquitectura o cómo fue que descubrieron su vocación?
Jorge Arvizu: De los de los cuatro socios, tres de nosotros vinimos de familia de arquitectos excepto Emmanuel quién es de papás científicos, por lo que fue una aproximación distinta. En mi caso sí fue directamente en la construcción, me encantaba ir a la obra con mi papá. Es curioso que la arquitectura la vas descubriendo en el camino, porque al entrar a la carrera, nadie tiene idea de qué es realmente hasta que sales y empiezas a trabajar. Sin embargo, siguen surgiendo dudas lo que lo hace todavía más interesante, yo creo que todavía nos falta mucho por descubrir.
MA: ¿Qué es lo que buscan a la hora de diseñar?, ¿Cuáles son sus principales intenciones a la hora de diseñar nuevos proyectos?
Emmanuel Ramírez: Tratamos de ver más allá de la persona o el grupo que nos solicita el proyecto, queremos aportar a las discusiones y cuestionarnos ¿qué relevancia tiene nuestro trabajo a escalas más grandes? Es por eso que empezamos por el sitio, por la geografía, por las personas, por la comunidad e incluso eso nos emociona más que simplemente resolver el objeto como tal.
MA: ¿Cuáles son los aprendizajes más importantes que han obtenido en estos diez años de trabajo y hacia dónde les gustaría dirigir el futuro en la oficina?
Ignacio del Río: Uno de los aprendizajes importantes que hemos tenido como oficina ha sido renovar todos los días la forma en que trabajamos porque no somos cuatro, somos muchos más y en cada proyecto se suman más personas, lo que enriquece nuestro aprendizaje para trabajar en conjunto no solo entre socios, sino con todo el equipo. También hemos aprendido a identificar cuáles nos resultan los proyectos más atractivos, los que más nos hacen aprender y disfrutar nuestra labor profesional día con día. De esta forma, nos hemos aproximado a proyectos de escala urbana que tienen que ver con lo común, con la gente.
MA: Recientemente hemos sido testigos de su participación constante en eventos internacionales como embajadores de la arquitectura mexicana. ¿Por qué creen que es importante esta exposición y qué opinan del panorama global de la arquitectura contemporánea?
Diego Ricalde: Hemos tenido la oportunidad de estar presentes en diferentes eventos, es algo que ha sido circunstancial gracias al análisis introspectivo que surge del diseño de nuestro libro. Esto nos ha llevado a tener este privilegio, no sé si realmente somos embajadores de la arquitectura mexicana pero como mencionábamos anteriormente, somos parte de una generación que está despertando el interés por muchos motivos. Quizá porque de pronto se volteó la mirada hacia esfuerzos que surgen de las crisis, de las restricciones, de la carencia recursos. En ese sentido, hemos continuado nuestra lucha desde nuestras posibilidades, hemos tratado de hacer bien lo que nos toca hacer, de divertirnos.
MA: Con esto en mente ¿Cómo definirían su papel como arquitectos contemporáneos?
Emmanuel Ramírez: Lo definimos casi como en nuestra propia realidad, es decir, vivimos en la Ciudad de México, un lugar en el cual habitan 25 millones de personas y en esta, nuestra realidad hay ciertos aspectos del territorio que nos están afectando en el día a día. Yo me imagino que nuestro quehacer consiste en enfrentar a esas realidades.
Jorge Arvizu: Algo que distingue a nuestra generación es el trabajo en equipo. Sé que en otras épocas ha sucedido, pero es algo que está adquiriendo mucha más fuerza, somos una generación flexible que se presta a recibir críticas, a trabajar con muchas ideas y no solo guiada por la autoría de un solo genio que nadie cuestiona.
Diego Ricalde: Tratamos de ser muy relativos al sitio, al momento y al tiempo, creo que es algo que de alguna manera caracterizara muchos de los proyectos que hacemos. Para nosotros, es muy importante estar atentos al tiempo y al lugar. Creo que somos contemporáneos porque aunque todavía estamos lejos del ideal, nos dirigimos hacia una mejor interacción gremial y creo que eso también es una actitud, digamos, contemporánea.
Visto desde otra perspectiva, podríamos decir que somos contemporáneos en el sentido de que tratamos de aprovechar los métodos, las herramientas que tenemos hoy en día para poder avanzar en términos de análisis e ir tomando decisiones un poco más pensadas para que surjan los proyectos. Todas estas cosas no es que nos definan como contemporáneos, pero es nuestra forma de responder al momento que nos tocó estar y trabajar.
MA: ¿Qué consejo le darían a los estudiantes de arquitectura?
Jorge Arvizu: Yo le recomendaría a los estudiantes de arquitectura que no se vayan con las primeras ideas que ven en algún proyecto construido. Deben de entender todo lo que hay detrás del objeto. Los invitaría a analizar profundamente y explorar sus propias alternativas para no quedarse con la primera idea, sino explorar hasta sentir que hay una propuesta interesante.
Emmanuel Ramírez: Deben de quitarse el peso de los hombros de la figura del arquitecto todopoderoso que va a hacer el croquis ideal porque hoy no funciona así. Los invitaría a generar grupos de colaboración como el nuestro, en donde haya discusiones para preguntarse qué es lo que hay que aprender, para hacer las preguntas correctas y no necesariamente para tener una sola respuesta.
Por otro lado, nos hemos dado cuenta de que la arquitectura tiene un mundo infinito de oportunidades súper interesantes que se pueden desempeñar a partir de la formación como arquitecto relacionadas a la academia, a la investigación, al desarrollo tecnológico, no necesariamente al diseño y construcción. Hay un mundo de caminos que están ahí, que las escuelas de alguna manera parece que siempre las ponen como en un segundo plano y como estudiante tendrían que tener la capacidad de reflexionar y encontrar su camino en ese abanico enorme que es la arquitectura.
Diego Ricalde: Es cierto que en las escuelas hay un énfasis particular en el diseño arquitectónico. Sin embargo, hay muchas otras materias que pareciera que están subordinadas al taller de diseño y en realidad son las que le dan sentido a la arquitectura. Sin ellas el ejercicio de diseñar se sustenta en ocurrencias, en los mismos errores de siempre. Al acercarse tanto a la historia como a la crítica lograrán entender nuestra profesión y entonces sí podrán abordar el proyecto arquitectónico evitando los errores tan comunes que presenta nuestra profesión.
Ignacio del Río: Esta forma de aproximarnos no es necesariamente una práctica que todas las oficinas hagan por igual pero al abordar estas posibilidades, surgen propuestas mucho más estratégicas y con un carácter propio, que cuentan con ciertas particularidades que responden al sitio, a partir de retos específicos del clima, del programa, del cliente y del usuario.