Abarcando una cúpula geodésica diseñada por Buckminster Fuller y una escultura de Alexander Calder, la intervención muestra cómo la ciudad está repensando sus tesoros de la feria mundial.
El tejido urbano contemporáneo de Montreal, quizás más que cualquier otra ciudad canadiense, fue moldeado por un solo evento en su historia moderna: la Exposición Universal e Internacional de 1967, conocida popularmente como Expo 67. Con su número récord de visitantes, fue La feria mundial más exitosa del siglo XX y alimentó un auge en sector constructivo de la ciudad que se extendió hasta finales de la década de 1970.
El sitio original en Île-Sainte-Hélène, frente al famoso Puerto Viejo de la ciudad, se convirtió en un emblema del crecimiento de Montreal como una metrópoli en ciernes. Un entorno político cambiante en las décadas de 1980 y 1990, impulsado por los gobiernos nacionalistas del Parti Québécois, significó que el sitio que alguna vez fue icónico se abandonó en gran medida antes de convertirse en un parque arbolado. Muchas de las estructuras originales de la feria no sobrevivieron al paso del tiempo, salvo una gran cúpula geodésica diseñada por Buckminster Fuller, ahora conocida como la Biosfera, y la monumental escultura Trois disques de Alexander Calder, así como el proyecto de vivienda Habitat 67 de Moshe Safdie en un sitio cercano.
Para las celebraciones del aniversario número 375 de Montreal, la Ciudad de Montreal encargó una serie de proyectos de regeneración urbana destinados a abordar décadas de falta de fondos. Parte de este esquema incluyó la revisión de Parc Jean-Drapeau, el nombre oficial del sitio. La Ciudad recurrió a la firma local Lemay para dirigir la renovación. Debido a la conexión ‘67, la restauración se convirtió en un emblema del objetivo ideológico de Montreal de proyectarse como una ciudad global en lugar de una capital regional.
La característica principal del parque reconstruido es un nuevo vestíbulo central que une la Biosfera y la escultura de Calder a orillas del río San Lorenzo, creando un camino coherente para los visitantes a través del parque. El proyecto también restauró un anfiteatro con capacidad para 65,000 personas y una pasarela ribereña. Teniendo en cuenta el legado del sitio, todas las nuevas intervenciones hacen eco del vocabulario geométrico simple de Expo 67.
"Esta intervención fue realmente sobre los enlaces de la cúpula de Bucky a la escultura Calder y realmente aclarando la experiencia del visitante", dijo Andrew King, socio y principio de diseño en Lemay. “Se trata de vincular el parque acuático, el paisaje más nuevo y los elementos del paisaje nativo; creando una serie de eventos, una secuencia topográfica y más de un meandro a través del sitio".
Las nuevas incorporaciones al sitio incluyen tres pabellones diseñados para albergar una cafetería, un centro de información, baños públicos y una sala de máquinas que admite el anfiteatro. La forma acolchada de los pabellones, con un revestimiento exterior de metal que se pliega sobre sí mismo como un origami, se integra fácilmente con el paisaje.
El equipo de Lemay estaba ansioso por trabajar la identidad gráfica de la Expo 67 en el nuevo paisaje, utilizando el logotipo en forma de Y de la feria y el patrón triangular de la cúpula geodésica como motivos. Los nuevos muebles diseñados especialmente para el parque también se basaron en los originales de la década de 1960 y se adhieren a las consideraciones de sostenibilidad: las bancas están hechas de roble canadiense local, elegido por su longevidad y resistencia a los elementos, y el hormigón fue fundido con botellas de vidrio recicladas.
“¿Cómo podríamos traer las ideas del ‘67, pero hacer un análisis más contemporáneo de lo que podría ser el parque? Eso es lo que realmente impulsó este proyecto ", dice King, agregando que prestar atención a la inclusión era un principio rector. "Estamos tratando de hacerlo más caprichoso y más alegre para la ciudad. Porque el sitio estaba un poco envuelto en su falta de inversión."
Este artículo fue publicado originalmente en Metropolismag.com.
