- Año: 2018
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Fotografías:Fernando Alda
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La Casa de la Capilla responde a las particulares necesidades de los clientes. Se trata de un matrimonio que cuenta con 9 hijos y que tienen un marcado sentimiento religioso. El resultado busca la armonía con la vivienda existente mediante la introducción de 4 objetos que generen un cambio espacial y funcional a través de 4 operaciones arquitectónicas. Adosar = Pabellón; Insertar = Dormitorio; Tamizar = Pérgola; Excavar = Capilla
El nuevo pabellón se sitúa en la huella de una antigua construcción de garaje. El uso cambia y se genera un volumen alargado y rítmico donde construir un interior vinculado al uso de la zona trasera. El muro curvo invita a descubrir el espacio de la piscina y un ventanal de madera y vidrio de 6 metros de luz sirve de fachada para los grandes pinos que existen en la parcela. De este volumen, sale un subpabellón, más bajo y estrecho, paralelo a la vivienda principal, y que esconde los usos necesarios para guardar las bicicletas, la barbacoa, los útiles de jardinería y la máquina de aerotermia. Ambos pabellones se caracterizan por las dos grandes vigas HEB de 12 metros de largo que muestran, en su frente, el músculo estructural de la operación.
Debido a la gran familia que forman, un encargo de los clientes era poder insertar en su vivienda un mini-apartamento para los padres. Es una nueva habitación abierta y ordenada; la madera de roble, la moqueta de sisal y las paredes estucadas crean un oasis protegido por muros de triple placa de pladur con aislamiento Copoprem entre sus perfiles. El nuevo volumen tiene como objetivo crear una atmósfera de intimidad ante el bullicio de los 9 hijos, siendo un espacio fluido pero recogido a la vez. El baño se integra a través del uso de tres celosías de madera de roble y un vestidor continuo del mismo material que rodea la habitación y da uso y calidez al nuevo dormitorio principal.
El uso de la piscina cambia completamente a través de un espacio en sombra y un nuevo pavimento. Frente al pabellón, y al otro lado del agua, se construye una estructura compleja y ligera donde poner una mesa y disfrutar de una reunión bajo la sombra de la naturaleza. La estructura metálica ordena el espacio, construye un marco para la vegetación, permite la privacidad con el vecino y crea un tamiz para los meses de calor. Esta geometría en forma de “Y” permite liberar el suelo y ampliar la sombra, todo ello dimensionado a través de múltiplos de la escala del 7 donde el protagonismo lo adquiere la nueva tarima de madera.
Como si fuera un cofre escondido, la familia sitúa en los cimientos de la antigua casa el espacio de culto. Un lugar silencioso y acondicionado climáticamente donde levantar con materiales nobles un lugar de oración. El acceso se organiza a través de unas escaleras cercanas al pabellón donde una puerta indica el uso del espacio y descubre a través del ventanuco un interior sobrio. El mobiliario ha sido diseñado y realizado a medida íntegramente, donde la sección de cada elemento reproduce el símbolo de la cruz para trasmitir mayor coherencia con el espacio de oración. Existen dos mundos claramente diferenciados, el lugar terrenal en colores tierra y paredes rugosas frente al altar brillante y solemne que se construye con mármol blanco calacatta y metales pulidos como el hierro y el bronce.
En definitiva, el proyecto se ajusta a unas necesidades específicas y lo hace a través de 4 operaciones arquitectónicas claras y respetuosas con la vivienda original. Se busca complementar y dotar de carácter contemporáneo a la preexistencia; obteniendo un conjunto material, funcional y estético. Esta ampliación no sería la misma si no tuviera el protagonismo de la capilla enterrada que está en el germen del proyecto y da nombre a la nueva vivienda.