El abandonado edificio industrial de la Fábrica Clesa, el cual cerró sus puertas de manera definitiva allá por 2012, después de casi dos años en concurso de acreedores, busca convertirse en el ‘Matadero’ del norte de Madrid. El área industrial, ubicada en la avenida de Cardenal Herrera Oria 67, fue proyectada en 1959 por el arquitecto Alejandro de la Sota e inaugurada finalmente en 1962. Sus 37.928 m2 de antigua lechería pasan ahora a las manos del Ayuntamiento de Madrid, el cual persigue convertir los mismos en un gran “contenedor cultural”.
El edificio principal, diáfano y ligero, uno de los primeros en emplear estructura de hormigón pretensado, está ahora siendo objeto de estudio por parte de la Comisión para la Protección del Patrimonio Histórico Artístico y Natural [CPPHAN], con el único objetivo de conseguir su inclusión como Patrimonio de la Ciudad de Madrid. Ya en 2015 dicha comisión se mostró partidaria de que se protegiesen varios elementos, como las dos naves centrales, su estructura portante vertical y horizontal, los forjados, la cubierta y la fachada principal.
El resto del complejo, de 88.702 m2 y perteneciente a la promotora Metrovacesa, destinará su uso a oficinas, comercios pisos turísticos y residencias para los médicos internos residentes [MIR] del hospital Ramón y Cajal, situado a escasos metros de la parcela. El anterior gobierno municipal pretendía cambiar el uso de dicha parcela: de industrial a residencial. Según José Manuel Calvo, concejal de Desarrollo Urbano Sostenible [DUS], el Ayuntamiento de ‘Ahora Madrid’ frenó el proyecto debido a que se consideraba un “error meter viviendas en edificios como este; la ciudad no recibía nada a cambio”.
Con la modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana aprobada el pasado jueves 4 de abril, el Consistorio se asegura la cesión del espacio de casi 38.000 m2, pasando su uso de ser industrial, a terciario. La parte perteneciente al terreno municipal, la cual se corresponde con el edificio principal de la fábrica, se destinará a “dotaciones públicas de servicios colectivos que garanticen prestaciones sociales y culturales”.
Dicha modificación puntual del Plan General incluye también la ampliación del apeadero de la estación de Cercanías de Ramón y Cajal, permitiendo acceder al complejo y conectándolo, del mismo modo, con el hospital universitario. Se dispondrá también una pasarela que unirá ambos lados de la vía férrea.
Todas estas son las bases que asientan el futuro de la antigua Fábrica Clesa. No obstante, los tiempos de espera que conllevan las gestiones urbanísticas siguen siendo lentos. Faltan al menos entre nueve meses y un año para la aprobación definitiva de la modificación puntual del Plan General. Tras ello, se daría lugar a “desarrollar los instrumentos de gestión”, conllevando, de forma inevitable, el sumar más meses a esa espera.
Fuente: ‘EL PAÍS’
