Una de las primeras materias que cursé en la Facultad de Arquitectura fue Proyectual, en el ciclo de ingreso. Alrededor de 100 jóvenes nos acercamos al taller, mientras una arquitecta nos recibió cálidamente y contó sobre la cursada. Nos explicó con felicidad que hacía poco se había convertido en jefa de cátedra. Para ese momento, no estaba al tanto de las jerarquías académicas, pero entendí que era algo significativo. Con los años noté que la mayoría de las cátedras tenían como jefes a hombres. Por lo tanto, lo que aquella arquitecta había logrado no era común: había roto el techo de cristal accediendo a una posición de conducción y liderazgo.
El hecho resulta particular ya que en las aulas de la FADU -Universidad de Buenos Aires- no se replica ésta diferencia. En la carrera de arquitectura, más del 60% de los estudiantes son mujeres, según la Arq. Carolina Quiroga, y si bien en la docencia el 45% de los cargos corresponde a mujeres, según un informe del Departamento de Administración de la Enseñanza de la FADU, aun así, en ninguna de las cátedras de 'Diseño' -materia troncal de la carrera- hay profesoras titulares mujeres.
Lamentablemente, el mundo académico no es el único lugar donde se presenta esta desigualdad.
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Luego me llegó el momento de ir a obra. Un caluroso día de enero, me encontré tomando medidas en una construcción sobre la avenida Corrientes. Era mediodía y había varios operarios durmiendo siesta en el reparo de la oscuridad. Aparte de mí, no había una sola mujer allí dentro. Recuerdo preguntarme: ¿Acaso la Arquitectura es un mundo de hombres?
Albañiles, electricistas, gruistas, gasistas, plomeros, contratistas; pareciera que hay oficios monopolizados por el género masculino. Según una investigación de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA) se estima que, en Argentina, el porcentaje de mujeres presentes en obra es menor al 5%. El porcentaje es desalentador, sin embargo, la organización presentó un proyecto en Viedma para promover la igualdad y participación de mujeres. La idea es que las empresas constructoras que realizan obras públicas en Viedma tengan la obligación de contratar operarias para las tareas de construcción. También, la iniciativa cuenta con cursos de capacitación ofrecidos por la misma UOCRA.
Por otro lado, Autopistas Urbanas (AUSA) también trabaja en pos de la representación de las mujeres en la construcción a partir de su campaña “Construyendo Igualdad”. El icónico cartel que alerta: “Precaución. Hombres trabajando” fue modificado por “Precaución. Hombres y mujeres trabajando”. La iniciativa busca alentar la inclusión femenina y arrojar luz a su labor, que por años fue invisible. La campaña va en búsqueda de la concientización a nivel nacional. Si bien, muchos pueden pensar que es tan solo un cartel, el mensaje es contundente.
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En Bolivia, por otro lado, la presencia femenina va creciendo y según la fundación Red Hábitat, se estima que su participación es del 30%, realizando especialmente, trabajos de albañilería y pintura. En cuanto a la remuneración, si bien realizan las mismas tareas que los hombres, la paga es menor. Esto, sumado a situaciones de discriminación y acoso laboral, han sido los motivos por los cuales las trabajadoras bolivianas formaran ASOMUC. La Asociación de Mujeres Constructoras trabaja en defensa de la igualdad de oportunidades, salarios equitativos y empleos con seguro a corto y largo plazo.
Por el contrario, en Chile, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, la participación de las mujeres en la construcción para el 2014 era del 6.5%.
También con bajo porcentaje de participación se encuentra México, con un 4% aproximadamente, según informa un estudio de Elizabeth Brito, la especialista ambiental que trabaja en el Banco Interamericano de Desarrollo. Afortunadamente, a partir de programas como Mujeres en la Construcción, se busca elevar la participación capacitando a cerca de 30 mil mexicanas.
En cuanto a Perú, cada vez son más las mujeres que se animan a romper los prejuicios, y con ladrillo en mano, levantar edificios. Se estima que el 31% del alumnado de la Escuela Superior Técnica del SENICO (Servicio Nacional de Capacitación para la Industria de la Construcción) corresponde a mujeres. Sin embargo, según el Ministerio de Trabajo y Promoción de Empleo en Perú, la participación femenina en la construcción es del 15%, concentrándose especialmente en Lima, Cusco, Piura, Chiclayo, Arequipa y Trujillo. Al igual que en los otros países, existen diferencias salariales en comparación a sus compañeros que desempeñan las mismas tareas.
En Colombia, según la Cámara Colombiana de la Construcción (CAMACOL), la participación femenina en obra es del 5%. Aun así, posee el record latinoamericano en inclusión de mujeres al frente de camiones mezcladores/ mixers de concreto. Según Hernán Felipe Arias, jefe de planta de la empresa ARGOS, alrededor de 60 mujeres trabajan como operadoras de mixers.
Con respecto a Ecuador, cuadrillas de mujeres renacen de los escombros. Luego de los devastadores sismos que damnificaron el país en 2016, muchas se formaron como albañiles para sacar a sus familias y su país adelante. Removiendo escombros y derribando paredes con peligro de derrumbe, se han convertido en figuras claves para la reconstrucción de las zonas afectadas.
Finalmente, en España, según Alto Directivo, el medio oficial de la Asociación española de Escuelas de Negocios, la participación de la mujer en la construcción corresponde al casi 9%. A partir del 2017 se han desarrollado diversos programas para elevar éste porcentaje como por ejemplo, Women Can Build. Mediante centros de capacitación, se forma y educa a miles de personas con el objetivo de combatir los estereotipos de género y facilitar la integración de la mujer en la construcción.
Los tiempos están cambiando y en los últimos años, las mujeres dieron un paso al frente logrando que sus trabajos sean cada vez más visibles y reconocidos. El proceso fue lento, pero poco a poco, parecieran estar germinando las semillas ¿Faltará mucho para la primavera?