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Arquitectos: Estudio Rocamora Diseño & Arquitectura
- Área: 200 m²
- Año: 2017
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Fotografías:Cabrera Photo
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Proveedores: Tarkett, Ecotex digital, Finsa
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Las exposición Mayas, el enigma de las ciudades perdidas, cuenta con una musealización específica para el MARQ, tras recorrer, sus casi 200 piezas, los museos de Holanda y Alemania.
El discurso expositivo nos sumerge en la selva, cuna de la cultura maya, donde aparecen los inmensos templos. El diseño museográfico nos hace caminar entre y a través de los templos, insertando y realzando las diferentes piezas entre la arquitectura y la simbología maya.
La primera sala se recorre a través de tres segmentos de templos, en los cuales se insertan las vitrinas y piezas. En la parte inclinada del templo, la vitrina queda desapercibida, dejando paso a las piezas que emergen directamente del templo, gracias a una sujeción individual.
La gráfica de los templos evoca la iconografía Maya y los murales de San Bartolo, creando, junto con la iluminación, un espacio vibrante de color donde las piezas parecen flotar.
La didáctica y accesibilidad se integra en cada segmento de templo gracias a las bandejas que se crean en el arranque de las “escaleras”, sobre las que se van disponiendo las reproducciones y/o braille. Pudiendo así visualizar, tocar y conocer todo al mismo tiempo.
En el suelo se representa un plano de la ciudad de Uxul, la cual podemos recorrer, a escala, mientras visitamos la exposición.
La sala dos nos hace adentrarnos en el interior de la arquitectura de los templos.
La sala se va dividiendo a través de cinco muros de luz, en los cuales se excava un camino sinuoso por el que recorrer la sala. La sección del camino evoca a los interiores de los templos.
En estos muros luminosos, que nos crean el interior y nos muestran la selva junto a simbología maya gracias a la gráfica, se incrustan las vitrinas donde se muestran las piezas.
El suelo de esta sala nos muestra ubicaciones y templos singulares de la cultura maya.
La tercera sala es la que contiene las piezas de mayor porte, las esculturas, llegando algunas a medir más de 2 metros de altura.
Esta sala deja el suelo libre para que la esculturas emerjan con imponencia sobre un lienzo neutro y oscuro que las ilumina individualmente. La arquitectura crea un cielo terroso y de color “azul maya”, iluminado de manera difusa y del que sobresalen unos lucernarios que emplazan lumínicamente cada una de las esculturas.
Esos lucernarios y el cielo crean un paisaje que, reflejado, nos muestra una selva terrosa y azul salpicada de formas tronco-piramidales que nos recuerdan a las ciudades mayas que han quedado tragadas por las selva.
La sala queda sutilmente compartimentada, en su parte final, por los murales de San Bartolo, que podemos ver a su tamaño real.