La revista 'Anales' publicada por el Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas (IAA), de la Universidad de Buenos Aires (UBA), publica trabajos que abordan la historia de disciplinas como el urbanismo y la arquitectura de América Latina.
El artículo de Alicia Novick, Graciela Favelukes y Lorena Vecslir -en la publicación número 45 de la revista 'Anales del IAA'-, propone un recorrido exploratorio por ciertos puntos de inflexión que se consideran ilustrativos del proceso de construcción de la imagen del Gran Buenos Aires. Conoce algunos extractos del artículo a continuación:
A lo largo del siglo XX e inicios del siglo XXI, el Gran Buenos Aires fue objeto de variadas representaciones gráficas, desde detallados mapas topográficos hasta esquemas propositivos. ¿Qué relaciones se establecieron entre los mapas y los esquemas de los planes urbanísticos formulados para la región metropolitana de Buenos Aires durante ese período?
Según planteamos, las tensiones que se dirimen entre la “ciudad existente” -tal como se presenta en las bases cartográficas- y la “ciudad proyectada” –que resulta de los esquemas interpretativos y propositivos–, muestran que las imágenes, signadas por tecnologías, debates y métodos en transformación, construyen diferentes formas de mirar.
El plano topográfico de Buenos Aires de 1895 mostraba, sobre un fondo blanco, el perímetro de una ciudad dibujado por la costa del Río de la Plata, la línea sinuosa del Riachuelo y la geométrica línea del límite establecido en 1887, que recién se materializaría con la avenida de circunvalación a fines de 1930. El fondo blanco que rodeaba la ciudad se correspondía con su expansión material, ignorada tanto por ese plano como por una serie de esquemas ingenieriles que se centraban en el distrito capitalino. En contraste, la ciudad y “sus alrededores” era registrada por una de las láminas del Atlas Catastral de la República Argentina de Carlos de Chapeaurouge (1901).
En vísperas del Centenario, dibujar para conocer, y conocer para controlar e intervenir, eran las tradicionales estrategias que estuvieron por detrás del relevamiento topográfico y catastral. El objetivo de los esquemas que surgen en esos años, contrastadamente, fue y sigue siendo el de seleccionar solo lo que se quiere mostrar en una acción intencionada.
El contraste entre la realidad topográfica (ilusoria) de los planos -que se sistematizan en sus métodos hacia 1940- y de los esquemas, se manifiesta claramente en los años treinta, cuando la “aglomeración bonaerense” se colocaba en el centro de los debates. Desde aquel momento, tal como se pone de manifiesto en la Segunda Exposición Municipal de Urbanismo, organizada por la Dirección del Plan de Urbanización de la Municipalidad de Buenos Aires de 1939, los estudios y planes utilizan gráficos abstractos.
Estos, tributarios de la experimentación de las vanguardias artísticas, se fueron alejando de la “realidad topográfica” cuando el espacio construido no se visualizaba como un dato a considerar sino como una realidad a ser reemplazada por una ciudad nueva.
Desde mediados de la década de 1960 hasta el inicio de los noventa, en consonancia con las críticas al urbanismo moderno, se retornó a la preocupación por conocer las determinaciones del espacio construido. En esa lógica, el énfasis en la escala regional, así como la falta de información actualizada, se tradujo en un detallado trabajo de interpretación fotogramétrica y ensamblaje cartográfico, como el que se llevó a cabo en la Comisión Nacional del Área Metropolitana de Buenos Aires (CONAMBA) a comienzos de la década de 1990.
Ese procedimiento artesanal fue progresivamente reemplazado por los recursos ampliados de las imágenes satelitales, de Google Earth, los sistemas y programas de información geográfica. Esos recursos fueron utilizados en los Lineamientos Estratégicos para la Región Metropolitana de Buenos Aires (LERMBA) (DOUyT, 2007).
A partir de todo esto, nos proponemos analizar las relaciones que se dirimen entre mapas y esquemas. En esta aproximación inicial, se considera que los mapas son representaciones gráficas del territorio que se llevan a cabo desde premisas técnicas y/o científicas. Por su parte, los esquemas son dibujos abstractos –que pueden o no basarse en la cartografía existente– que apuntan a transmitir ideas sobre un tema, sobre algunas características de ese territorio o plantean propuestas de transformación.
Las fronteras entre esos registros no son rígidas, pues los mapas temáticos propios del urbanismo operan a veces como esquemas. En tanto fuentes, tanto mapas como esquemas nos informan acerca de quiénes, desde qué técnicas y con qué propósitos representaron el territorio (Favelukes, Novick y Potocko, 2010).
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- Novick, A., Favelukes, G. y Vecslir, L. (2015). Mapas, planes y esquemas en la construcción del Gran Buenos Aires. Anales del IAA, 45(1), 55-72. Consultado el 11/12/2016 en http://www.iaa.fadu.uba.ar/ojs/index.php/anales/article/view/162/148
- "Mapas, planes y esquemas en la construcción del Gran Buenos Aires", de Alicia Novick, Graciela Favelukes y Lorena Vecslir, se encuentra bajo la licencia Creative Commons Attribution 3.0 License