En esta tercera y penúltima colaboración de la Revista CLEA, una publicación anual de la Coordinadora Latinoamericana de Estudiantes de Arquitectura (CLEA), la estudiante ecuatoriana Andrea Loja Torres ejemplica lo que, a su criterio, es una inevitable relación entre arquitectura y política al momento de pensar, diseñar y construir nuestras ciudades. Desde la arquitectura como reflejo del poder político de los romanos hasta la política como herramienta de transformación social en Medellín (Colombia), la autora invita a visitar las evidencias y consecuencias de este matrimonio.
Contrario a la opinión de algunos autores, desde tiempos antiguos la arquitectura se ha empleado como instrumento de expresión y propaganda por parte de civilizaciones y personajes históricos: los romanos manifestando su poder político en sus obras de arquitectura e ingeniería; los egipcios erigiendo pirámides; los griegos diseñando templos; el clero con sus construcciones religiosas y los monarcas con sus palacios y castillos. No obstante, la arquitectura ha sido testigo de momentos históricos menos honrosos, como durante la Segunda Guerra Mundial, con el alemán Albert Speer, quien sorprendió con su diligencia a Hitler, quien le encargó una serie de construcciones que manifestaran la nueva identidad de la Alemania nazi.
Otro reflejo de la relación entre arquitectura y política es la construcción de la ciudad latinoamericana de Brasilia, en 1956, por el arquitecto Oscar Niemeyer y el urbanista Lucio Costa. Aunque es ya conocido que la utopía que imponía nuevos modos de vida fracasó, fue perpetrada en un trascendental contexto social, político e histórico, en una inminente expansión económica e industrial y con el interés de crear una identidad propia brasileña. El proyecto surgió con el más importante político del periodo imperial brasilero, José Bonifacio de Andrada y Silva, pero fue Joscelino Kubitschek quien logró materializar tras enarbolar la idea como bandera de lucha durante su respectiva campaña presidencial.
Otro ejemplo es la recuperación modelo a gran escala de Medellín, ciudad colombiana conocida como una de las más peligrosas del mundo en los años 90. La ciudad utilizó como estrategia las obras de arquitectura y urbanismo como herramienta para el desarrollo, junto con un diseño de calidad y arte público como elementos de dignificación y transformación, siendo considerados como monumentos generadores de identidad y cohesión social. El ex alcalde Sergio Fajardo (2003-2007) afirmaba:
Quienes dicen que un edificio bonito no mejora la calidad de la educación, no entienden un asunto crítico. Tenemos que construir los edificios más hermosos en los lugares donde la presencia del Estado ha sido mínima. El primer paso hacia la calidad de la educación es la dignidad del espacio. Cuando el niño más pobre de Medellín llega al mejor “salón de clases” de la ciudad, enviamos un poderoso mensaje de inclusión social. Ese niño tiene una autoestima renovada, aprende más fácilmente, y seguramente no soñará en convertirse en delincuente cuando sea adulto. Es un mensaje profundo de transformación social.
(Sánchez, 2010 en Duque, 2014, p. 14)
En consecuencia, una construcción real de ciudad relaciona directamente a la política con la arquitectura; sin embargo, para conseguir una experiencia de este tipo, se necesita gestión y legislación, así como un saber arquitectónico que sostenga la planificación y que en general es muy difícil de encontrar.
Como sostienen Montaner y Muxí (2011), detrás de todas las corrientes arquitectónicas, hay concepciones políticas, que responde a una ideología, se exprese explícitamente o no. La arquitectura como dispositivo artístico y cultural ha estado siempre ligada a la política y, de una manera u otra, a aquellos que sostienen el poder. Dicha concepción deslinda dos realidades: por un lado, siendo reflejo de una concepción participativa con la aceptación del papel político que incluye conciencia y responsabilidad, están las obras que pueden transformarse en instrumento para crear ciudad. Por el otro lado, existe otro tipo de colaboración: un claro ejemplo de pacto entre el poder político de gobiernos corruptos y una arquitectura egocéntrica, donde se proponen continuamente modelos de arquitecturas deslumbrantes e icónicas para la representación individual del poder económico y político.
Bajo estos fundamentos, consciente o inconscientemente, la arquitectura es uno de los principales recursos utilizada por los políticos para ganar adeptos y votos. Esto no representaría inconvenientes si los esfuerzos se orientaran a solventar necesidades existentes, contribuyendo a mejorar la vida de los ciudadanos. El problema surge cuando la arquitectura y por ende los arquitectos contribuyen a ostentar proyectos de dudoso interés público.
Con la desestimación actual de la política, el desinterés y la indiferencia, los profesionales arquitectos y aún más los estudiantes, parecieran conformarse con lo que va sucediendo. Frente a los responsables del poder que viven la política desde la presencia mediática, es necesaria una invitación a actuar e integrarse en el espacio político, afrontar la responsabilidad en relación a la sociedad, la participación y la colaboración. Todo esto bajo una posición política correcta sobre cuestiones que afectan al desarrollo de la arquitectura. Los edificios y los espacios comunes no son solo imágenes, deben considerar además sus implicaciones colectivas. En ese sentido, González (1999, p. 41) explica:
El Arquitecto, dijo William Curtis, inventa el mito que representa a la institución, al proyectar un edificio público. Hacemos las representaciones urbanas de nuestras instituciones y estas marcas son señales urbanas que van estructurando la ciudad. La tarea es doble: hacer ciudad y representar una institución.
Bibliografía
- Duque, I. (2014). Políticas públicas, urbanismo y fronteras invisibles. Las disputas por el control espacial en Medellín. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 18.
- González de León, T. (1999). Arquitectura y Política. México: El Colegio de México.
- Montaner, J. M., & Muxí, Z. (2011). Arquitectura y política: ensayos para mundos alternativos. Barcelona: Gustavo Gili.
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