Durante los últimos tres siglos, los museos, como tipología de arquitectura, han pasado de ser un nodo importante en la ciudad a erigirse como icono en donde una cultura se identifica, transformarse en un hito a escala ciudadana e internacional.
Destacamos este mes el Museo Nacional de Estonia, el cual propone una estrategia no solo de reunión y exposición, sino también de reconocimiento cultural, histórico y territorial. Emplazándose como una prolongación de las ruinas de un antiguo campo aeronáutico usado por la ocupación soviética, este proyecto contrasta su contexto histórico con un nuevo edificio que se eleva como proyección hacia una nueva realidad y futuro nacional.
Museo Nacional de Estonia / DGT Architects
El emplazamiento en un lugar histórico
La propuesta se ubica en un antiguo campo aeronáutico utilizado por la ocupación soviética, con el fin de recuperar este sector desocupado y exponerlo como parte de la memoria nacional. Tomando en consideración las características que ofrece el territorio, el proyecto plantea una prolongación de la pista de aterrizaje, aprovechando su magnitud y escala para lograr una espacialidad que acoge actividades culturales, y una nueva ocupación del terreno en contraste con lo ya existente, como proyección hacia una nueva realidad y futuro nacional.
Ésto se materializa formalmente en una gran cubierta en inclinación. que va desde los 3 a los 14 metros de altura y que conecta dos accesos, vinculando lo nuevo y lo viejo, y dejando libre la vista al interior para entender el largo y la escala del edificio.
La elección del material como puesta en valor del clima y paisaje nacional
Los cerramientos del edificio se plantearon como transparencias para mantener una conexión constante con el paisaje que rodea el edificio, utilizando una fachada vidriada que protege de la lluvia y las extremas condiciones climáticas del lugar. Ésto se logra por medio de una triple capa de paneles de vidrio que regula la temperatura y permite la iluminación directa en la fachada sur, donde se ubican los recintos de lectura y aprendizaje, y una luz indirecta en la fachada norte, donde se encuentran los recintos expositivos y más resguardados. Un muro Cortina, como protector de lluvia, constituye la fachada del edificio con la intención de dotarle una característica escultórica al incluir patrones tradicionales de Estonia y reflejar su entorno, y así ser parte de una constante en el territorio.
Las dimensiones del museo en función de flexibilizar su uso para la posteridad
El desafío para los arquitectos en este proyecto no solo fue contribuir con un diseño para un nuevo museo, sino también entregar a la comunidad un espacio con todos los atributos de un museo del siglo 21, considerándolo a la vez como un lugar de almacenamiento y exposición y como espacio para la interacción social y el reconocimiento cultural, al tomar en consideración la utilización de un espacio perdido y otorgando distintos espacios públicos.
Estonian National Museum / DGT Architects (Dorell.Ghotmeh.Tane)
