El titular de esta columna es real. Y este tipo de demoliciones ocurre más seguido de lo que creemos. Sucede en todas las ciudades del mundo, y la mayoría de las veces, sucede tan rápido que no alcanza a ser noticia. O peor aún, se ve como algo inevitable y hay quienes se resignan a su adiós.
Esta casa ubicada en Santiago -anónima hace dos semanas- es conocida ahora como Brown Norte 382 por su dirección, pues si bien no ha sido publicada ni reconocida por ningún arquitecto, es fiel representante del movimiento moderno en Chile durante el siglo XX, diseñada por Carlos Bresciani, Premio Nacional de Arquitectura de 1970. Sin embargo, esta vivienda no está protegida por ninguna institución pública. Tampoco existe plan regulador que prohíba su destrucción, estimule su protección o evite su reemplazo por estacionamientos.
En el siguiente video, les presentamos nuestro registro de Brown Norte 382 -quizás el último antes de su demolición-, junto a las reflexiones de Horacio Torrent, Presidente de Docomomo Chile, a quien consultamos: ¿por qué debemos proteger esta casa?
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Hasta ahora, sabemos que alguna vez albergó a una empresa de informática. Luego quedó abandonada por meses y comenzaron las fiestas clandestinas, los rayados y las molestias de los vecinos. Ahora le pertenece a una Iglesia -Jesucristo de los Últimos Días-, ubicada detrás del sitio de esta casa, y cuya plan es construir estacionamientos privados. Plan que ya ha ejecutado en el predio colindante por el norte de la casa en peligro y en otro predio al sur. Brown Norte 382, junto a una segunda vivienda vecina, están rodeadas por estacionamientos que lucen vacíos, acordonados por rejas de 5 metros que protegen el asfalto interior.
Brown Norte 382 fue diseñada por la misma oficina que diseñó en Santiago la ambiciosa e incompleta Remodelación San Borja, las Torres del Tajamar y la Villa Portales, símbolos de la interpretación local del movimiento moderno en la segunda mitad del siglo XX, pero ¿qué se pierde al demoler esta casa, ahora que escribimos sobre ella, ya envuelta en mallas verdes de construcción y paneles prefabricados? La respuesta la tiene Horacio Torrent, Presidente de Docomomo Chile, a quien entrevistamos hace unos días por este caso. Torrent advierte que su destrucción "implica no solo (demoler) el bien casa, sino también destruir el conjunto que hace una calidad de vida bien particular, que caracterizó a ese barrio", la ciudad jardín de las comunas (distritos) de Providencia y Ñuñoa.
Al día siguiente de la entrevista, visitamos la casa -ahora con stencils a favor de su mantención- y entendimos que esta vivienda, junto a otros diseños unifamiliares del sector, son símbolo de una genuina vida de barrio (de clase media-alta). Un concepto devenido en cliché el día de hoy: añorado por vecinos, explotado por inmobiliarias para vender propiedades y travestido por seudo-emporios, almacenes y boticas de barrio, es decir, todo ese imaginario comercial oportunista que ha capitalizado esa nostalgia del Santiago que ya se fue -y del que muchos no fuimos parte- en formato de escenografía.
Brown Norte 382 es testigo silencioso de la transformación del centro y pericentro de Santiago -como podría cualquier otra construcción en peligro en cualquier otra ciudad- sin el aval de ninguna institución ni el visto bueno del círculo arquitectónico y sin embargo, es patrimonio. ¿Por qué? Parafraseando a Leonardo Benévolo, Torrent nos lo recuerda: "el bien patrimonial debe ser conservado porque es mejor de lo que se está haciendo ahora".
Sin embargo, -nos guste o no- esta casa será demolida para construir estacionamientos.