Para los arquitectos, es un proyecto quizás más reconocible en planta que en fotografía. La complejidad rítmica deslumbrante de los planos de construcción del Tiro al Arco Olímpico de Barcelona, terminado en 1991, trajo más fama a evento olímpico de 1992 que cualquier flecha disparada desde la sombra de los edificios. Los dibujos muestran una superposición de curvas orgánicas y formas rectilíneas que trabajan en armonía sublime, produciendo una composición que transmita claramente tanto el concepto de los arquitectos como el proceso a través del cual se desarrolló. Sorprendentemente, el proyecto no fue menos espectacular en persona que en el papel, y su finalización ayudó a lanzar la asociación del matrimonio de Enric Miralles y Carme Pinós al estrellato internacional.
Situado en el barrio periférico de las colinas de La Valle d'Hebron de Barcelona, el lugar elegido para la competición, era anteriormente un parque deportivo lleno de canchas de rugby y fútbol. El diseño ganador presentado por Miralles y Pinós añadió dos nuevas instalaciones de práctica de tiro al arco al complejo - un pabellón para las competencias y un pabellón de entrenamiento - separados por la longitud de un campo de tiro. Los dos edificios son visualmente distintos, pero están unidos por un proceso de diseño compartido que toma muy en cuenta el lugar del edificio en el paisaje. Racionalmente no obedecen a ningún orden de sistema programático o tectónico, son en cambio, los productos de un método de arquitectura imaginativa y expresiva.
El pabellón de la competencia se compone de dos elementos principales: un sistema expuesto de muros de hormigón con vistas al campo de tiro, y un muro de contención situado en la colina de la cual emerge el edificio. Según los arquitectos, la planta se elaboró a partir de extrapolaciones de las curvas de nivel topográficas preexistentes y tomando en cuenta las demandas programáticas para las instalaciones deportivas y los vestuarios.
Debido a que la competencia fue ganada por Miralles y Pinós en una fecha tardía como 1989, el proyecto requirió de una respuesta rápida tanto en el diseño como en la construcción. En consecuencia, los arquitectos especificaron un sistema modular de muro prefabricado que consiste en un panel de hormigón curvo repetido, perforado con agujeros para permitir el ingreso de la luz. Fue pensado para ser fácil de montar y desmontar, y por desgracia, hace unos años, el pabellón fue desmontado para hacer espacio para una expansión del metro subterráneo de la ciudad, y los elementos de hormigón se colocaron en las bodegas. Curiosamente, una foto satélite actual de Google del sitio muestra estos módulos alguna vez orgullosos, inertes en sus lados a la espera de su eliminación.
Los módulos son fundamentales para la forma en que el pabellón de la competencia bellamente modera el consumo de luz natural en los espacios interiores. Sus perforaciones triangulares y circulares coreografían una impresionante danza de luces y sombras en el interior del hormigón expuesto. Los arquitectos manipulan la luz en la fachada exterior, así, donde se filtra a través de persianas y pantallas colocadas en el techo con una técnica arquitectónica totalmente diferente pero complementaria.
Considerando que el pabellón de la competencia es una lectura expresiva de la topografía del sitio, se pretendía que la forma del edificio de formación fuera evocadora de los movimientos de los atletas que la integraban. De hecho, hay una direccionalidad al pabellón de formación que no está presente en el edificio de la competencia. Las losas del techo proyectadas parecen emerger de la ladera como flechas de un carcaj, y que sobresalen de las paredes por debajo de ellas, como para proyectar el gesto direccional infinitamente en el espacio de más allá. Estas secciones del techo después levantan las paredes en ángulos diferentes, creando un espacio para las ventanas del triforio y añadiendo una compleja composición dinámica y visual al edificio.
Los dibujos de la planta para el pabellón de la formación son particularmente espectaculares. Se superponen al menos tres lenguajes arquitectónicos distintos que incorporan ambas formas rectilíneas y curvas orgánicas de una manera reflexiva y equilibrada, pero en última instancia, arbitraria. Los requisitos programáticos se trabajaron en los espacios resultantes, e incluían todo, desde los baños hasta una tienda de tiro con arco.
Hoy en día, el pabellón de entrenamiento se encuentra fuera de lugar contra el telón de fondo de una cancha de fútbol, donde sirve nada más que como un vestuario para los jugadores. Con sus instalaciones ahora desmontadas, este le revela al transeúnte poco de su orgulloso pasado como un centro de tiro con arco olímpico muy elogiado, y el ajuste parece claramente impropio para uno de los tesoros arquitectónicos de Barcelona. Como resultado, el legado del edificio no sobrevive a través del encanto del perfil de la construcción o a través de los relatos de primera mano de los visitantes, sino que a través de los articulados Dibujos de Miralles y Pinós que revelan su enfoque único para el diseño basado en los procesos.
- Año: 1991
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Fotografías:Dieter Janssen, DJA
