Por Fernando de Porras-Isla*
La Unión Europea se enfrenta a una nueva realidad sociopolítica de la que no es ignorante: la relevancia de las ciudades como elementos consistentes de identidad y sobre todo de generación de progreso, relevancia que ha de incrementarse en los próximos años.
Europa debe estar prevenida frente a la deriva segregadora, que nace de las aspiraciones que algunos territorios tienen en busca de su soberanía, y que en España vivimos de manera especialmente cruda. Pero debe estarlo aún más ante el desarrollo de determinadas ciudades que, como polos de actividad económica, pero también como lugares de conflicto social, pueden adquirir un grado de autonomía política sin precedentes en nuestra cultura moderna.
La geografía no es ya el principal condicionante que facilita o dificulta la relación entre las ciudades, ni siquiera determina la morfología de estas. Estar más o menos lejos, no es en nuestros tiempos una cuestión de distancia física o accidentes naturales. Cada día más, es una cuestión de estrategia global y de interconexión digital.
Ante este panorama, es interesante conocer los trabajos realizados en la UE que atienden a este tipo de inquietudes emergentes como el documento Cities of tomorrow, challenges, visions ways forward (Ciudades del mañana, retos, visiones y caminos a seguir) redactado por un extenso panel de expertos bajo los auspicios de la Comisión de Política Regional de la UE.
Este dossier merece un comentario más extenso que el que este espacio permite, pero cabe al menos señalar que algunos de los conceptos básicos que invoca, ya están siempre presentes de algún modo en todos los documentos que se generan en los ámbitos oficiales y que representan la base de una corriente dominante de lo políticamente correcto.
Estos conceptos son: la mixtura, la diversidad, la innovación y la smart city. La agenda europea contempla la necesidad de implementar en nuestras ciudades, sobre todo desde la óptica social, las tres primeras y, desde el punto de vista tecnológico, la última. De hecho en la mayoría de las ocasiones, mixtura, diversidad e innovación van acompañadas del “apellido” social.
Muchas veces, la utilización de estos términos clave conlleva interpretaciones ambiguas; pudiera parecer, por ejemplo, que desde las instancias de la UE, se respaldan lo pensamientos más liberales, confiando a la innovación social (el emprendimiento, las nuevas formas de asociarse para introducir cambios, etc.) lo que muchas veces es imposible sin un firme compromiso desde el sector público, con los correspondientes planes de inversión que sean verdaderamente efectivos para la colectividad.
Un caso aparte es el término smart city, que de forma generalizada, ya se maneja en los estamentos oficiales sin excepción. La doble palabra, tan efectista, augura un prometedor futuro en el que, a mayor tecnificación de la ciudad, mayor será la calidad de vida que podrán disfrutar sus habitantes. Sin embargo, la realidad actual nos advierte de un riesgo, la tecnificación de la administración es un fabuloso pastel a repartir entre las empresas multinacionales. Un nuevo mercado por explotar. Quizá por esto, la smart city, es hoy un concepto que se debate entre los foros de ingenieros y productores y parece vedada a arquitectos, urbanistas y pensadores.
Solo con la participación de estos, que aún mantienen la capacidad de proyectar el futuro en su horizonte más amplio, puede adquirir sentido la vinculación de la palabra city, tan ancestral, al adjetivo smart, tan contemporáneo. El “Máster Universitario en Gestión Inteligente dela Ciudad. Smart city y ecología urbana”, de la Universidad Europea de Madrid pretende, desde el diseño de su programa, imbricar la visión proyectiva, la potencialidad social del acceso a la información y la eficacia de la gestión impulsada por la tecnología, integrando disciplinas que hoy parecen impermeables.
El documento de la UE al que hago referencia viene firmado por 56 expertos. Solo uno es español, Ingeniero de Caminos, de la universidad Politécnica de Valencia. No hay rastro entre los que han contribuido a su redacción de ningún representante de Santander, Málaga o Barcelona, ciudades líderes de la RECI (Red de Ciudades Inteligentes de España).
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*Fernando de Porras-Isla es arquitecto y profesor de la Universidad Europea de Madrid. Ha sido galardonado con los premios FAD de Ciudad y Paisaje, FAD de Arquitectura, Hispania Nostra de Patrimonio y Paisaje, y Chicago Athaeneum Best Green Design, entre otros.
