Descripción enviada por el equipo del proyecto. Una casa unifamiliar en un callejón en Capitol Hill, Washington, es una oportunidad para elaborar una saludable paleta de materiales sostenibles con madera de algarrobo negro, revestimientos de corcho, aislamiento de cáñamo y muros estructurales de bambú. El diseño de la casa lineal del callejón establece un equilibrio entre intimidad y luz, utilizando balcones, un vestíbulo, una terraza y un jardín en la azotea para mediar entre el emplazamiento y el contexto circundante. Las duraderas lamas de algarrobo negro protegen los revestimientos de corcho, protegen los balcones, estructuran una reja y proporcionan protección contra caídas en la azotea. El revestimiento exterior de corcho se refleja con un acabado de corcho pulverizado en los techos interiores, mientras que los paneles estructurales de bambú están expuestos en el interior y teñidos con PolyWhey, un subproducto de la industria quesera. Los aislamientos de celulosa y cáñamo rellenan las cavidades de las paredes huecas y los tejados planos. Los detalles de cobre se ocupan de las precipitaciones y resaltan las capas de la casa.
Los entornos construidos con materiales sostenibles favorecen estilos de vida saludables. Los espacios compuestos por materiales naturales, sencillos y auténticos permiten a las personas conectar visceralmente con el entorno, haciéndolo más apreciado y valorado con el paso del tiempo. El uso en toda la casa de materiales perfectamente adaptados a su finalidad eleva el papel de la materialidad en el proyecto, trascendiendo el aspecto estético y simbólico. Además, la organización del espacio favorece una vida eficiente y duradera.
Con una suite en la planta baja, es posible vivir completamente en este nivel si es necesario. Sin embargo, una escalera central suavemente sinuosa e iluminada conduce al segundo nivel y a la azotea. La casa se caracteriza por su economía de materiales, ya que utiliza paneles estructurales de bambú y madera, así como aislantes de celulosa, corcho y cáñamo. Sus mamparas de madera, cortadas de forma rústica, complementan la estética sencilla y funcional, reforzando el compromiso con la sostenibilidad y el uso consciente de los recursos. Además, la casa contribuye a una misión más amplia de añadir densidad residencial siempre que sea posible como medio de paliar la escasez de viviendas. Las casas en callejones como éste se enfrentan a problemas complejos y específicos, pero recientemente se ha creado una legislación municipal para fomentar el desarrollo de casas de este tipo como una de las diversas formas de incentivar la producción de viviendas.
Las camas de cultivo en la azotea permiten a los habitantes cultivar la mayor parte de sus alimentos durante determinadas épocas del año. Estos cultivos también aprovechan directamente el agua de lluvia: el agua cae sobre el tejado, se dirige a cisternas y se utiliza para regar las plantas de la fachada norte y el jardín sur. Los materiales se obtuvieron de la zona en la medida de lo posible, minimizando la huella de carbono, mientras que la estructura se diseñó para consumir la mínima cantidad de energía. El esfuerzo fue ampliamente reconocido: en la primera primavera se hicieron dos nidos de pájaros en los espacios exteriores cerrados de la casa, un claro signo de reconocimiento y simbiosis con la naturaleza.
