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Arquitectos: Sergi Pons studio
- Área: 610 m²
- Año: 2024
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Fotografías:Adrià Goula
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El edificio ubicado en Sant Fruitós de Bages, propiedad de la familia Carrera, se asoma al río y se abre a un espacio interior rodeado de otros edificios, formando una pequeña plaza.
Su aspecto es rudo y austero, resultado de un proceso de agregación de volúmenes realizado a lo largo del tiempo. Cada intervención previa ha sumado elementos nuevos, dando lugar a una geometría única, fruto de la acumulación de capas sucesivas. Esta trama de adiciones revela la historia de un edificio que ha evolucionado orgánicamente, respondiendo a las necesidades de sus ocupantes.
El edificio, de tres plantas, se ancla al río, con vistas hacia el casco antiguo del municipio, que data del siglo X, y a los huertos circundantes. Los propietarios actuales buscaban transformar la estructura en cuatro viviendas independientes, adaptadas a las demandas contemporáneas sin perder la esencia de su configuración original.
La intervención comenzó con la excavación de la plaza posterior, un gesto que permitió que los dos apartamentos de la primera planta, orientados hacia la plaza y el río, pudieran beneficiarse de ventilación cruzada natural. Este vaciado dio lugar también a un nuevo acceso desde la plaza, que conecta los apartamentos con el exterior y crea un espacio de encuentro ajardinado para los futuros residentes.
Una de las cuatro viviendas será un dúplex reservado para los propietarios. En la planta baja, junto al jardín, esta unidad cuenta con un estudio y una habitación de invitados que se abren directamente al exterior. En la planta superior, un espacio abierto alberga una habitación y una cocina conectada a una terraza cubierta. Un volumen de madera de pino, que no llega hasta el techo, contiene el baño y el vestidor, dejando toda la altura al descubierto.
Las otras tres viviendas están diseñadas con áreas de estar, cocina y comedor dispuestas en línea para favorecer la ventilación cruzada. Cada unidad incorpora una terraza exterior dentro de su volumen, que sirve también como espacio de lavandería.
En cuanto a la estructura, se optó por dejar a la vista las cerchas de hormigón que sostienen la cubierta, resaltando la solidez del edificio y aportando una fuerte identidad visual. Los muros de carga, de considerable grosor, contribuyen a la inercia térmica del conjunto, mientras que en la nueva fachada que da a la plaza se ha añadido un aislamiento térmico para garantizar confort y eficiencia energética.
La nueva fachada, orientada al sureste, responde a la necesidad de ofrecer privacidad y protección solar. Los huecos se camuflan mediante porticones correderos de listones de madera, que regulan la entrada de luz y protegen los espacios interiores. La fachada se organiza en torno a cuatro terrazas cubiertas, correspondientes a cada vivienda. Estos grandes huecos se definen con un arco, y al cerrar los porticones, los arcos se convierten en elementos distintivos que identifican cada unidad.
Finalmente, el volumen robusto que da al río se mantiene intacto, respetando su carácter y vínculo con el paisaje.
El proyecto busca dar coherencia a un conjunto arquitectónico que, debido a su crecimiento desorganizado a lo largo del tiempo, había perdido unidad. La plaza ajardinada, bien orientada y soleada, emerge como un nuevo espacio que, además de proporcionar acceso a las viviendas, se convierte en un área de recreo y encuentro para los habitantes. Los nuevos apartamentos gozan de un mejor asoleamiento, mayor privacidad y accesos optimizados.