El emplazamiento del proyecto se encuentra en una nueva área de ampliación de Orio, justo al norte de la Autopista del Cantábrico que conecta San Sebastián con Bilbao. Es en esta población donde esta vía rápida se asoma al mar con mayor claridad y es aquí donde Orio resurge como un claro referente de la costa vasca. La parcela escogida no puede ser más representativa. Hacia el Este se extienden las nuevas edificaciones residenciales de perfil medio, hacia el Oeste la ría Oria termina en el Mar Cantábrico, acomodando un Puerto Deportivo. Esta zona de dunas se entiende así como un lugar de conexión, de encuentro. El nuevo Centro Cultural debe canalizar y funcionar como un ámbito que reúna esos dos frentes separados por diferentes cotas: mar y tierra. El nuevo Centro Cultural es un polo que aporta significado y valor a esta reciente extensión urbana frente a la Casa de Cultura situada al otro lado de la Autovía. Aprovechando la libertad con respecto a la posición de la edificación según la Normativa, nosotros hemos querido mediatizar y concretar el proyecto en base a tres decisiones primordiales:
1. Integración del volumen edificado
El paisaje de Orio está caracterizado por su relación secular con el mar, por las exuberantes formas de las lomas verdes que lo rodean y por las dunas del parque sobre el que asienta el nuevo edificio cívico. La volumetría del complejo quiere respetar, potenciar y rescatar esta imagen, buscando ser percibido como una intervención en el paisaje tanto desde su entorno próximo y lejano, como desde las vías rodadas, para lo cual plantea dos decisiones básicas: por un lado, vamos a fragmentar los usos acoplándonos al solar asumiendo su geometría, sin imponer una nueva geometría ajena; por otro, vamos a deprimir todo el edificio un nivel, lo que en definitiva impulsa y potencia la siguiente decisión.
2. Conexión entre Plaza Urbana y Centro Deportivo
Es importante hacer coincidir el nivel natural de la edificación con el del paseo inferior del Puerto Deportivo, pero sin desvincularse completamente de la cota urbana. De esta manera, contamos con dos accesos independientes que permiten comunicar las dos cotas (urbana y marítima) a través del propio edificio. Éste se transforma en un espacio de transición y conexión, recogiendo los flujos peatonales desde ambas “orillas”. Desde la escalinata de acceso, descendemos a la plataforma inferior al tiempo que los mástiles del Puerto Deportivo configuran un contrapunto que volveremos a recuperar cuando lleguemos al final de la misma, estableciendo así un vínculo inalienable con el pasado, presente y futuro de Orio.
3. Estructura Abierta e Independiente
Para garantizar la correcta iluminación de todos estos espacios, la cubierta-plaza se deforma hasta materializar una suerte de dunas artificiales, que en realidad funcionan a modo de grandes lucernarios. En unos casos están cerrados en su parte superior y permiten sólo la iluminación de los espacios expositivos. En otros, forman un patio abierto al cielo que permite ventilar los talleres así como el resto del edificio de manera natural. Al estar enterrado, se aprovecha la gran inercia térmica del terreno, lo que nos permite ahorrar costes energéticos.
El edificio surge como una manipulación del terreno, como un accidente topográfico que permite seguir utilizando su cubierta como plaza, aportando ese espacio que consumiría el Centro si se elevase sobre la primera planta. De esta manera, las rampas mantienen esa conexión en superficie de los dos polos (marítimo y urbano) y la cubierta de la gran sala / auditorio funciona como un maravilloso teatro al aire libre donde proyectar un cine de verano. En el área de exposiciones se han evitado particiones fijas y estructuras de pequeño calado: grandes apoyos estructurales y paneles deslizantes ofrecen la versatilidad necesaria para modificar cada una de las salas y acoplarse a las futuras y cambiantes necesidades del Centro.