Me llegó esta carta que quiero compartir con la comunidad de Plataforma Arquitectura. Especialmente relevante ahora que empieza la reconstrucción del país después del terremoto y hoy que leo en El Mercurio una carta del Director Ejecutivo de Un Techo Para Chile diciendo que “Del total de las viviendas de emergencia, la mayor parte se instalará en los terrenos de propiedad de los mismos afectados”. Dejo abierta la discusión.
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por Patricio Larraín V.
Tras el terremoto nos hemos visto obligados como país a enfrentar un enorme desafío. Hemos sido testigos de la tragedia a la que se han expuesto miles de familias, y de manera acelerada forzados a dar solución a un problema para el que simplemente no nos encontrábamos preparados. Se produce una sensación de unidad y la oportunidad de solidarizar con la causa, llamado al que los chilenos han respondido satisfactoriamente. El alto número de voluntarios, donaciones y los resultados de la Teletón así lo avalan.
Sin embargo, aún teniendo el capital humano al servicio de la causa, y la voluntad del sector empresarial por colaborar económicamente, se produce el sensible problema del método a utilizar para dar solución a la crisis. Nos encontramos ante la dicotomía que genera por un lado dar solución de vivienda inmediata al gran número de familias que lo perdieron todo, y por otro, la tarea de reconstruir ciudades y poblados completos, cosa que debe ser debidamente planificada y que puede tomar varias décadas.
Obligados por la urgencia inmediata de las familias se recurre a la implementación de la vivienda de emergencia. Ante esto, Un Techo Para Chile responde rápidamente con su solución histórica, la mediagua. Convence al gobierno y a todos los chilenos de que esta es la solución, y comienza su implementación en el área afectada. Tanto es así que la mayor parte de los recursos recaudados en la Teletón son destinados a la implementación de mediaguas. No critico la buena voluntad de UTPCH, de dar solución al problema y aportar con sus miles de voluntarios para llevarla a cabo. En esta situación se necesita una reacción oportuna, y ellos la otorgan. Sin embargo, veo en la mediagua una gran cantidad de problemas que en momentos críticos como este, vale la pena cuestionar.
Primero, por mucho que se insista en el tema, la mediagua no es una vivienda de emergencia. Aún cuando ésta contempla una durabilidad de 2 años, en espera de la solución definitiva, en muchos casos termina siendo la vivienda final de la familia, la que incluso llega a ser ampliada por sus propietarios, acentuando su carácter definitivo. En mi experiencia trabajando en vivienda social, me he encontrado con estos casos en innumerables ocasiones.
Por otra parte, ya sea cuando se instala en el terreno propio del propietario o cuando se desarrolla un villorrio de mediaguas, ésta genera una configuración espacial pobre, debido a que imita las cualidades de la vivienda original, aislada y con patio, pero de calidad muy inferior. Solo hace falta imaginar la diferencia entre caminar por una calle de fachada continua de adobe con galerías tradicionalmente encontradas en los cascos más antiguos de algunos poblados afectados, y caminar por esa misma calle, mediagua tras mediagua, una vez que se haya demolido la construcción original.
Esto no sería problema si en realidad se tratara de una solución de emergencia, pero por sus características, considerando la manera en que se emplaza y el criterio que se aplica, el que considera ideal construir la mediagua en el terreno propio, inevitablemente adopta carácter de definitiva, transformando para siempre la identidad del pueblo. Considerando además la extensa área afectada, probablemente a muchos de estos pueblos la solución definitiva no va a llegar nunca, y no por inoperancia del SERVIU, sino por el enorme volumen y costo que significa la operación. Pensemos en cómo se van a ver los pueblos del sur una vez que se hayan construido las 2500 mediaguas.
Por último, lo más grave. En la desesperación de la urgencia, y tras el irremediable temor de los propietarios de viviendas ubicadas en lugares patrimoniales, vemos como los mismos propietarios presionan por demoler estas construcciones, lo que al sumarse a la evaluación bajo presión que se realiza, en primera instancia por voluntarios, que aunque motivados, carecen de la experiencia necesaria para definir que está dañado y que no, aun cuando profesionales lo evalúen después; probablemente conlleve la demolición masiva de muchas obras con valor patrimonial que no era necesario demoler, sino reparar. El principal causante de esta situación es el nuevo gobierno, que obliga al actual gobierno a tener un informe en 15 días, plazo absolutamente imposible de cumplir, si es que se busca una evaluación seria.
Creo fundamental que la vivienda de emergencia sea realmente de emergencia, una solución temporal, que nos obligue a dar una solución definitiva. Para esto la solución no puede ser entregada en el mismo sitio ni con un esquema de vivienda aislada, sino más bien una edificación agrupada, de mayor densidad y altura, ubicada en un terreno provisorio, ya sea fiscal o privado, bajo la figura de comodato. Debiera ser de estructura liviana, idealmente utilizando elementos prefabricados, los que una vez construida la solución definitiva, puedan ser desmontados, teniendo la opción de reutilizarlos. Esto nos daría el tiempo de evaluar con calma antes de demoler y desarrollar propuestas definitivas que rescaten las cualidades espaciales originales de los pueblos afectados.
Un ejemplo tipológico que grafica una posible solución, en este caso en base a containers, de dimensiones muy similares a la mediagua. No para tomarla de manera literal, sino con el objetivo de abrir la discusión a distintas alternativas que todos podamos proponer.