- Área: 772 m²
- Año: 2013
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Fotografías:Andrés Valbuena
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Proveedores: Hunter Douglas, Corev, Eternit, Fundermax, GRAF, Gerflor, Groncol, Mepal, Tejas de Chena, Vidplex, Vidrio Andino
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El edificio para la Embajada de la República del Ecuador en Colombia tiene como objetivo proveer por medio de la arquitectura una imagen capaz de expresar las nuevas relaciones diplomáticas entre los dos países; el proyecto surge en un momento de cambio de marea política auspiciada por el nuevo gobierno colombiano. La propuesta arquitectónica se desarrolla en un predio esquinero de 680m2 anteriormente ocupado por una casa de los años 80, en la cual funcionó la Embajada hasta que fue desalojada para dar paso a la nueva construcción.
Emplazada en un barrio conformado por edificios residenciales y de oficinas que rondan los seis pisos de altura, con un predominante uso de ladrillo en las fachadas, la nueva edificación es un respiro en medio de una zona de alta densidad. Su baja altura y ocupación del terreno, los jardines y una paleta neutral de colores y materiales contrastan con los edificios que la rodean.
La totalidad del programa se distribuye en tres plantas, oficinas para la embajada, el consulado, las agregadurías, salas de reuniones, áreas comunes y de servicios que ocupan un total de 772.19 m2 construidos y 595,81 m2 de jardines, terrazas y cubiertas verdes.
Dentro de la génesis arquitectónica del proyecto es la pureza formal y espacial que se proyecta dentro del territorio de manera contundente y armónica, tanto la volumetría exterior como la espacialidad interior. Grandes fachadas de vidrios blancos, paños a doble altura de piedra ornamental que enmarcan y definen geometrías exactas, acompañadas de considerables paralelepípedos que encuadran espacios interiores de importancia para el uso del proyecto, líneas que atraviesan e irrumpen la grandes masas que definen la idea principal y que hacen parte de los conceptos artesanales y socio-políticos más representativos del Ecuador, el muro de piedra, el puente, y los diferentes volúmenes que están revestidos con texturas y perforaciones que funcionan para contener y trasmitir; contener información como un “bunker” y transmitir transparencia social y política. Los espacios interiores en la embajada son abiertos y transparentes, la permeabilidad visual es limitada pues el uso no lo permite pero aun así, se logra obtener un confort lumínico bastante agradable y funcional manteniendo una atmósfera diurna durante las horas laborales.
Al interior la paleta de colores es neutra y protocolar, escalas de grises, colores tierra claros y ambientes destinados a la tranquilidad y producción de información diplomática, no existen distractores ni interrupciones. Las cubiertas y jardines son pilar fundamental de la propuesta en cuanto criterios bioclimáticos y sostenibles, un equilibrio adecuado en la escala cromática escogida para evidenciar grandes superficies de cobertura vegetal, creando contraste urbano a la vez que permite el ahorro energético y el confort al interior del edificio.