- Área: 6675 m²
- Año: 2011
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Fotografías:CEMEX, Jesús Granada, Heliopol
Descripción enviada por el equipo del proyecto. EL PALMERAL DE LAS SORPRESAS, de los acontecimientos, variados y cambiantes, permanentes o temporales, un nuevo espacio para Málaga con vocación de convertirse en el espacio público de referencia que la ciudad necesita, un lugar de convivencia ciudadana.
Una Plaza Mayor con forma de Salón que se asoma al Mediterráneo, formalizado con tres elementos básicos, una trama isótropa de palmeras, una pérgola que discurre paralela al muelle, y una lámina de conexión con la ciudad.
El Salón formará parte de un nuevo itinerario peatonal que se inicia en la Plaza de la Constitución, continua por Calle Larios hasta la Plaza de la Marina, para desde ella saltar a través de la lámina, alfombra sombreada por umbráculos ligeros, hasta el palmeral. El paseo continúa, lineal bajo la sombra de la pérgola, y zigzagueante adentrándose en el palmeral por la atracción de un amplio catálogo de sorpresas, implantadas en los escenarios que formaliza la trama del palmeral. Al final la plaza del Ocio, puerta de conexión con la Málaga de Levante, lugar de encuentro con el muelle del Ocio, paseo de bullicio, contrapunto del palmeral del sosiego. Por último, el final del itinerario, la Farola, la linterna de Málaga, la puerta del mar desde la que se contempla una nueva fachada de Málaga presidida por las siluetas de la Catedral y la Alcazaba, liberadas de la dureza del perfil del silo y de los galpones portuarios, apoyadas en un zócalo verde formado por un telón transparente, el palmeral, y un telón opaco, la arboleda de La Alameda sobre los que flota enhebrándolas a modo de liviana aguja la pérgola cristalina
Frente al espacio laberíntico del palmeral, el paseo de la pérgola es un espacio direccional simple y claro de traza. Para romper su excesiva monotonía, se recurre al artificio de manipular la luz natural y artificial como elemento cambiante, creando una sucesión de láminas de diferente traza y ritmo aleatorio, ofreciendo un juego de luz y sombras que cambia con el gradiente del sol según las horas y el día, y según la fuente de luz sea natural o artificial.
Formando parte de los escenarios se sitúan los museos y la estación marítima. Tres cajas de cristal traslúcido que buscando una volumetría de mínima impronta, se colocan en posición perpendicular al muelle y se construyen sobre pilotes con plantas bajas diáfanas, para conseguir la máxima permeabilidad visual a nivel peatonal desde la ciudad hacia el mar y el parque. Los visitantes los percibirán como un umbráculo más del parque solo que de distinta especie y densidad. La planta de acceso se materializa mediante una plataforma de piedra, que ocupa la proyección del edificio. Bajo el gran porche, el acceso sólo ocupa una pequeña superficie, un cerramiento de cristal que alberga el vestíbulo y el núcleo de comunicación vertical.
Los volúmenes que definen las naves se manifiestan hacia el exterior como tres grandes cajas de luz de piel tersa y enigmática que se mimetiza con la masa vegetal que la rodea. La caja de luz, de espesor variable, constituye una piel protectora que envuelve en su interior una caja ciega en sentido transversal sólo abierta en los testeros norte y sur y en los patios laterales. Durante la noche, estas grandes “cajas de luz” impregnarán de luz, color y movimiento su entorno y serán el conjunto de los tres edificios los puntos de referencia del parque.