A un mes del incendio en Valparaíso, la urgencia dio paso a la planificación, asumiendo de una vez por todas los problemas arquitectónicos y urbanísticos visibilizados por el desastre. En ese contexto, y sólo a días de la tragedia cuando ya se iniciaban los catastros del incendio, conversamos en Valparaíso con los arquitectos porteños Daniel Morales y Marcelo Ruiz Fernández.
"El arquitecto debe velar por la salud exterior del cuerpo en base a la habitación, la casa, el barrio, la ciudad y el territorio. Eso no se transmite en las escuelas", advierte Morales.
Daniel Morales (DM) es secretario general del Colegio de Arquitectos, fundador del movimiento ‘Puerto para ciudadanos’, director de la oficina Molo. Marcelo Ruiz Fernández (MRF) es arquitecto UCV y magíster Universidad de Chile, fundador de Metropolítica y columnista en D-Ciudad del diario digital chileno El Dínamo.
Plataforma Arquitectura (PA): Valparaíso tiene una gran dificultad al erradicar poblaciones completas y decir ‘ya, acá no se construye’. ¿Cuál podría ser una solución?
DM: La solución está en buscarla en ejemplos probados y se ha hablado últimamente de Medellín, Colombia. Un caso latinoamericano y con altísimos niveles de pobreza. Yo estuve ahí en una pasantía y la metodología cuando se pensó una quebrada en el sector de Santo Domingo fue generar una empresa inmobiliaria, desarrollando paños, en torno a las quebradas, pero no en el fondo de la quebrada. En estos paños se construyeron conjuntos habitacionales de 6 u 8 pisos, en una geografía muy similar a la de Valparaíso, y la gente podía optar vía subsidio a la casa que quisiera, y esto motivaba a que se inscribieran lo antes posible.
Una vez que la gente se reubicó en el mismo lugar, pero cien metros más allá, la quebrada queda deshabitada y en ese momento, llega la EDU (Empresa de Desarrollo Urbano de Medellín) y construye anfiteatros, el sistema de alcantarillado, centros deportivos y puentes que conectaban las quebradas. Entonces, el sentido de pertenencia no se daba únicamente porque vivían ahí, sino porque se forman tus posibilidades de desarrollo económico y social.
Un poco más arriba en la escuela España, construyeron un centro cultural y cada persona del barrio fue capacitada por el municipio y ahora la señora se hace cargo del parvulario y el mejor chico deportista se hizo cargo de los deportes: los jardines infantiles funcionan en el barrio, con gente del barrio y para el barrio. Detrás de un proyecto de 16 millones de dólares, la pobreza está igual que en los años de Pablo Escobar, pero la gente se siente digna y cuenta con equipamiento de clase alta, ligado al teleférico (Metrocable).
PA: En ese sentido, lo que ocurre con Valparaíso está en una zona gris: no porque se prohíba vivir en las quebradas, la gente se resignará a no hacerlo.
MRF: Hay que buscar ejemplos reales como el de Medellín, muy cercana su realidad geográfica al de Valparaíso y en una cota superior.
DM: Y con tres millones de habitantes, además.
MRF: En televisión, Iván Poduje dijo que el desafío es doble: desde la planificación urbana, el desafío es evitar que la gente se localice en zonas de riesgo. La norma urbana no reconoce el riesgo de incendio. El artículo 17 de la OGUC permite levantar en zonas de riesgo pues lo entiende asociado a los aluviones, pero no reconoce al incendio como un riesgo.
Está el hecho de que esas personas no pueden volver a las áreas de riesgo, pero tampoco puedes expulsarlas del barrio donde crecieron y ahí está el doble desafío. Dicho eso, aparece un tercer desafío que complejiza el debate: sobre el cómo está preparada la institucionalidad urbana para responder a estas catástrofes, pues cuando quieres asignar vivienda social lo haces en función de un sistema de calificación -la encuesta CASEN- y según el puntaje se puede optar al subsidio, pero eso no va a funcionar en la clase media, porque no pueden postular a esos subsidios.
Lo otro es que si los lotes se vuelven a ubicar en áreas de riesgo, el Estado no asigna subsidio: no puede incumplir su propia normativa. Entonces la misma área de riesgo va a bloquear la asignación de subsidios a la gente que lo necesita.
Según la dinámica del mercado de suelo de las ciudades chilenas, los subsidios han demostrado no funcionar porque son absorbido por el mercado y no cumplen su función de mejorar la calidad de barrio de las personas. Las inmobiliarias internalizan el subisido a sus costos y el efecto del subsidio queda anulado.
Desde mi punto de vista, el Estado debe volver a hacerse cargo de la planificación, pero con mecanismos de inversión directa y dirigida, y no entregados bajo la doctrina del voucher de tirar subsidios al azar.
PA: Pasar de subsidiar a invertir, no ocurre exclusivamente por la voluntad de una persona, sino de un Estado completo. ¿Qué postura plantea el Colegio de arquitectos respecto al futuro de Valparaíso?
DM: En conversaciones que se han dado a nivel local, aparece el tema de los referentes. Los viejos tenían un sentido común que primaba por sobre todas las cosas. Las cosas se hacían bien y al costo que fuera, como el Molo de Abrigo: se demoró 18 años en construirlo, pero tenemos una zona todavía valorada cien años después.
Históricamente el cerro Mariposa siempre se quema, pero nunca ha pasado un incendio al cerro Florida, ¿por qué? porque hay una gran cancha de fútbol, la Osmán Pérez Freire, un cortafuegos natural, que remata en unas canteras. De forma natural e intuitiva pero asertiva se fue construyendo la ciudad.
Nosotros recurrimos a ese tipo de ejemplos. No se trata de inventar de nuevo la rueda.
PA: Queda claro que el incendio ha sido una oportunidad no solamente para proponer ideas al respecto, sino también para el Gran Valparaíso. ¿Qué temas nuevos pueden plantearse?
DM: Son patrones comunes de asentamientos que pueden generar un principio de acción que se debe replicar a otros cerros. No podemos quedarnos tranquilos con que las quebradas afectadas tenga una serie de proyectos innovadores, pero el resto de las quebradas quede en situación de riesgo. Comenzamos a pensar en cómo se financia sostenidamente esto a largo plazo y llegamos a pensar en el puerto, un puerto sustentable que se desarrolle hacia el sur, dejando un borde costero para que la ciudad se desarrolle y deje un porcentaje de ganancia mayor a la comuna, mayor al actual que es prácticamente nulo.
MRF: Estoy de acuerdo con Daniel, y por lo mismo, hay que cambiar la lógica de inversión, hoy en Chile está obsoleta respecto a la complejidad humana. La planificación urbana no es un capricho burocrático, está para garantizar una mejor calidad de vida, minimizar riesgos y para generar equidad, pero ya es otra discusión.
Antes del incendio, escribía una columna sobre cómo el mercado inmobiliario opera en Valparaíso, estableciendo lógicas de segregación: el suelo más caro está en Viña del Mar y Concón, por lo tanto, la clase media no entra ahí. Esto genera un efecto rebalse: la clase media se está viniendo a Valparaíso y a Quilpué, pero de muy mala manera producto de esta idea de algunos planificadores que sobre la cota cien no había que planificar.
¿Cómo puedes luchar contra la falta de suelo? Con inversiones que permitan nuevos suelos de calidad en stock. Es una invitación al gobierno local a que ponga el foco en la planificación después del incendio. Esto es fundamental.
PA: ¿Y que pasa si no ocurre nada? Imaginemos que nada de esto funciona y queda en el papel, terminando todo con un par de proyectos inmobiliarios.
DM: No creo que no se haga nada. La ciudad no puede seguir igual después de esto. Cuando en Medellín la explosión de una escultura de Botero que explota en una plaza pública en pleno centro, mueren niños, gente común y corriente. Hasta ese momento el narcotráfico fue privado, y cuando sucede este caso, entonces Medellín dicen "tocamos fondo" y ahí se genera el diálogo y el consenso mínimo de decir que estamos de acuerdo que esto debe mejorar.
PA: ¿Y Valparaíso tocó fondo?
DM y MRF: Sí, tocó fondo.
MRF: Esto debe marcar un punto de inflexión. Tomando tu escenario, hay una fuerte tendencia de algunos arquitectos que plantean que la gente va a volver donde mismo, esa tendencia es básica. En este minuto, ya hay vecinos que están marcando territorio, poniendo banderas, acampando ahí. Esa tendencia inicial ya está.
Si no ocurren cambios, el mercado va a actuar:. hay un déficit de 3.000 viviendas y segmentos de clase media que tienen capacidad bancaria. También está la posibilidad de relocalizar a los más pobres vía ficha social, pero la gente que se quede se volverá a quemar en 5 ó 10 años más.
Ahora si elegimos la lógica de la relocalización, debemos mejorar la conectividad. Yo nunca entendí por qué el Camino de La Pólvora no se ocupó como una posibilidad de conectar la ciudad por arriba. Tú podrías haber generado los nudos adecuados y los acceso estándares urbanos y que bajasen a la avenida Alemania, pudiendo generar una red mayor que sería bastante útil ahora, porque los bombas podrían haber llegado hasta el incendio directamente.
DM: Y existe proyectada hace años el Camino del Agua, que conectaría Valparaíso.
MRF: Claro, y si prima la lógica de la relocalización, hay que invertir en estanques de aguas. Considera que los primeros bomberos de sudamérica son de acá (Nota del editor: la primera Compañía de Bomberos de Sudamérica es la de Guayaquil. La de Valparaíso es la segunda) e instalaron el tanque en la Cárcel, porque se dieron cuenta que era muy difícil subir.
Acá afectó también el reemplazo de la vegetación nativa, pues en Valparaíso es de arbustos, entonces la biomasa que genera es menor. Por tanto, el potencial de combustible es mucho menor. Acá se reemplazó por las empresas forestales, las cuales colocaron eucaliptos y pinos insignes, que generan un incendio a escala ingobernable.
En fin, Valparaíso toco fondo. Es hora de poner la planificación encima de la mesa política. Deben hacerse cargo los mismos que localizaron gente arriba.
PA: En ese sentido, ¿la solución es estrictamente urbana o puede ser un tema que la arquitectura también puede enfrentar? Lo pregunto porque entre los desastres, el incendio nunca se toma en cuenta. Está el terremoto, el tsunami, el aluvión e incluso un desastre nuclear. Se asume que las prevenciones son únicamente técnicas.
DM: La arquitectura claramente afecta la materialidad. Si vas al Cerro La Cruz y ves ese conjunto anaranjado de hormigón y albañilería reforzada, verás que el fuego lo esquivó. En el incendio gigante en San Roque y Placeres, esos cubitos de los años setenta quedaron intactos. Entonces claramente pesa la materialidad y el plantear mucho espacio abierto. No puedes pensar solo el edificio sin contemplar lo que está rodeando.
MRF: Sí, la materialidad es clave, pero el tema es político. Liderazgo político. Entre los arquitectos existe esta tendencia de mirar la urbanística como una técnica desligada de la política. El urbanismo es político, pues tiene que ver con el control de los recursos del suelo. Uno de los recursos más importantes de la humanidad.
Primero, hay que generar nuevas leyes que permitan nuevos sistemas de inversión. Segundo, considerar los incendios dentro de las áreas de riesgo. Tercero, que el gobierno regional sea capaz de colocar el PREMVAL (Plan Regulador Metropolitano de Valparaíso) sobre la mesa. Esto es un tema político, pero de la buena política.
PA: Ya, pero ¿qué podemos hacer como arquitectos?. Da la impresión, que mientras más arquitectos somos, menos peso tenemos, pero lo que veo a favor es que con el tema de los últimos desastres nacionales aparecieron muchos arquitectos en televisión. ¿Creen que hay un cambio o sólo aparecemos cuando hay catástrofes?
MRF: Los arquitectos debemos abandonar un poco el lenguaje propio de las abstracciones. No, no abandonarlo, sino complementarlo con un acercamiento a los problemas de las sociedad y en las escuelas de arquitectura esto no ocurre. Hay muchos cursos sobre espacio y pocos sobre ciudad.
DM: Así como el médico tiene la obligación espiritual de velar por la salud interior del cuerpo, el arquitecto debe tomar esa convicción de tomar la salud exterior del cuerpo en base a la habitación, la casa, el barrio, la ciudad y el territorio. Y eso aplicarlo. Eso no se transmite en las escuelas. Si ves, tanto Marcelo como yo estamos en movimientos ciudadanos en base a algunas problemáticas: nosotros con el borde costero (Puerto para Ciudadanos) y Marcelo tiene esa conexión con la política (Metropolítica).
A partir de aquello, uno sale del rol de arquitecto arquitectónico, y se convierte en un ser más de la ciudad que tiene que luchar por el sentido común. Hay una diferencia entre Arquitectura y otras carreras: un contador cierra su oficina y se olvida de los problemas. un arquitecto no y yo asumo que me voy a morir con un lápiz en la mano como Le Corbusier y los otros arquitectos, o un músico con la guitarra en la mano.
Así moriremos todos.