- Área: 350 m²
- Año: 2013
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Fotografías:Juan Solano Ojasi
La CASA ARCHIPIELAGO explora una arquitectura atomizada. Utiliza el TIPO a escala domestica, fragmentando el programa mientras se promueve la interacción en los espacios intersticiales. Se ubica al norte del Perú, en Piura, Vichayito, alejada de la orilla y absolutamente aislada en la vastedad del desierto. Nos interesa no sólo la típica vista al mar, sino la hermosa vista a las dunas y al desierto peruano.
Se utiliza la idea del ensamble de distintas piezas que pueden albergar diversos usos y usuarios. Este ensamble replantea la relación entre los volúmenes, entre los espacios exteriores e interiores. Su condición aislada prescinde de frentes y laterales, para ser explorada desde todos sus lados y percibir el entorno de múltiples maneras.
A pesar que se ubica sobre un terreno trapezoidal, el ensamble es ajeno al perímetro, generando e implantando su propio orden sobre el terreno. Cada volumen cuenta con un uso determinado y condiciones espaciales específicas. Es así que el salón, la habitación principal, las habitaciones secundarias y el volumen de servicio se separan para establecer tensión entre ellos, generando espacios informales donde reunirse y realizar distintas actividades. Aparecen entonces los usos no determinados entre los edificios.
Se interviene la pendiente pronunciada en el eje norte-sur mediante un podio que busca dilatar los límites y contener el espacio. Como ocurre en las obras de Mies van der Rohe, este podio nos permite transformar el territorio en un límite inequívoco de las piezas que contiene. Estas parecen miembros de cuerpos indiferenciados y adquieren las lógicas de un archipiélago: un grupo de islas sobre un mar que las separa y las une al mismo tiempo.
Se elige una materialidad estéril que permita diferenciar la arquitectura del entorno; que haga evidente la presencia de un objeto artificial en la naturaleza. Se busca también que la arquitectura sea transparente, permitiendo ver a través de los volúmenes para percibir el Océano Pacífico desde las dunas del desierto.
El ingreso se compone mediante la tensión entre prismas abstractos. La habitación principal es un cubo de 6m, independiente, alterado por sus requerimientos espaciales y visuales exteriores. Su interior es austero, se utiliza la madera de Pino en un estado rústico. Las diferentes visuales forman parte de la experiencia interior, buscando dilatarlo hacia nuevos límites. El piso exterior se convierte en una materia continua, un alfombra, que se desliza por el podio, enmarcando la poca vegetación del desierto peruano.
El salón principal se configura mediante un volumen horizontal, abierto y transparente. Una cobertura única de un solo nivel que genera la sombra necesaria para albergar las distintas actividades sociales. Los volúmenes posteriores de las habitaciones buscan mayor altura para aprovechar las visuales distantes. El podio aparece como un elemento unificador de los volúmenes, pero diferenciador del entorno. Los espacios residuales, contenidos por la agrupación de los volúmenes, difuminan el límite entre lo propio y lo ajeno, vinculando el horizonte a través de ellos mismos.
Finalmente, el proyecto responde a la búsqueda de una arquitectura consciente de su pasado y liberada de sus límites, que pretende ser abstracta, transparente, fluida y abierta.
