- Área: 120 m²
- Año: 2013
-
Fotografías:Nico Saieh
-
Proveedores: Nuprotec
Cuando se piensa en una segunda vivienda, es inevitable imaginar un lugar con características especiales, más aún si este es frente al mar. La casa Elizabeth, como la llamamos durante mucho tiempo en honor a su propietaria, una mujer sola, madre de familia, que ya pasa los 50 años, refleja muy bien la claridad, simpleza y honestidad con la cual, a nuestra manera de ver, debieran enfrentarse éstos proyectos.
Lo importante es el lugar y el cobijo del viento en punta de gallo, que la vegetación a base de malezas, espinos y docas, siga intacta. La casa a manera de un pabellón se apoya sobre una retícula de pilares de 3.50 x 3,50, que ordena así también la modulación de vigas que termina por abrazar la casa, generando con la terraza y un pequeño espacio central (donde va la cuba) un todo estructural que se deja a la vista siendo partícipe de su expresión exterior.
Sus muros, dispuestos en cara interior de la estructura, van conformando los recintos cuyas dimensiones se acomodan al módulo. El tabique interior, de acabado en pino y aguada blanca, al igual que la madera escogida para su estructura, de fácil acceso en la zona y conocida por todo carpintero permitieron que esta casa con recursos limitados llegará a feliz término, y no como una obligación autoimpuesta por la cantidad de gastos que ahí se hicieron. Así este refugio sobre un acantilado de la costa de la V Región, ya tiene varios meses de uso y no ha parado de recibir visitas, que buscan retirarse y mirar con calma el mar.
Por fuera, la casa fue tratada con imprimantes de color gris grafito que aseguran una baja mantención en el tiempo y fortalecen el aspecto de contenedor que siempre buscó el proyecto.