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El lunes 19 de agosto fue anunciado a través del jefe delegacional en Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo, el rescate de la “Vieja Tacubaya” a través del proyecto corredor turístico y cultural Luis Barragán para convertirlo en un barrio turístico, recuperando los espacios públicos e incorporando la casa de dicho arquitecto, el centro histórico y la alameda de Tacubaya.
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El proyecto incluirá el rescate de sus comercios, mejorar las condiciones de las viviendas, ordenar el comercio ambulante y rehabilitar el paradero, además de rescatar mercados, loncherías, pulquerías, fondas y cafeterías; mejorar las condiciones de vivienda de la población y ordenar el comercio ambulante. El proyecto también considera las casas Amarilla y de La Bola, los mercados Cartagena, Peña Manterola y El Chorrito, la avenida Parque Lira, la explanada delegacional y la plaza Charles de Gaulle y contará con una inversión de 140 millones.
Al día siguiente fue lanzada la noticia a través de Jornada, pero a diferencia de los medios del día anterior se incorporó una imagen del proyecto.
La polémica no se hizo esperar. Arquine lanzó ayer dos artículos de opinión. El último pone en duda el origen y la inexistente convocatoria a concurso, un proyecto gestado “en la más absoluta de sus opacidades”. También se puso en duda la calidad formal del proyecto que al parecer dará lugar a la caminata propia de un corredor al interior de un espacio similar al de un estacionamiento.
El otro artículo alude al proyecto como “una mala copia de las versiones de un epígono que se repitió a sí mismo hasta la caricatura: un derivado de mala calidad. El edificio, a todas luces de un tamaño desproporcionado para la zona en que se construirá, repite el gesto de Barragán —cerrarse a la calle— pero con torpeza, y va acompañado, se supone, de proyectos para hacer peatonal la calle donde está la casa de Barragán, la ampliación del mercado y algunas otras cosas que no se muestran, pero que si son tan malas como lo que sí se enseña, anticipan un desastre. ¿Por qué se hacen así las cosas?”
El concurso de arquitectura aparece como un mecanismo democrático y necesario tanto para abrir el proyecto a la ciudadanía como para hacer participes activos a la gran comunidad de arquitectos. Los invitamos a participar y a ser parte de la discusión.
