Descripción enviada por el equipo del proyecto. En el borde de un barranco boscoso, este pequeño edificio se eleva a partir de una ladera empinada. Impactante y modesto en apariencia, el edificio se extiende hasta un pequeño hueco situado en un camino estrecho a lo largo del bosque. El único cambio introducido en la ladera es el camino y el terreno se ha dejado en su estado original.
Montado en el paisaje -como si se tratara de un granero-, el edificio, que es un buen ejemplo de la utilización homogénea de los materiales, se construye de hormigón en bruto cuidadosamente labrado, destacándose sobre el prado verde y el invierno blanco. Su color gris sólo contrasta con las pesadas puertas de madera de roble. Como si estuvieran grabadas en sus muros, las ventanas cuadradas de diferentes tamaños se extienden a través de ellos.
En el nivel de entrada, la estructura se reduce a dos columnas de soporte, que no sólo ofrece a sus habitantes la oportunidad única de ver a través de la construcción, sino que al mismo tiempo les permite disfrutar de una vista panorámica hacia el paisaje, además de darle más relevancia al acceso. Dentro de la columna, una escalera de caracol conecta la sala de estar en el nivel superior con las dos áreas más privadas en la planta baja, donde las habitaciones y áreas de relajación están entrelazadas como un rompecabezas. Semánticamente hablando, este gesto de la torre crea arquetipos de estructuras fortificadas y figuras abstractas, por lo que la torre parece familiar y extraña a la vez.
En el interior, los orificios perforados en la cáscara de hormigón se transforman en pinturas de paisajes enmarcados por amplios marcos de ventanas de roble macizo, que no ocupan mucho espacio en la pared. Estas ventanas enmarcadas dirigen la atención del cliente hacia la imponente cadena montañosa cercana, las suaves laderas y el bosque denso. Además de las superficies de hormigón en bruto y los pisos de roble sin tratar, las superficies de metal negro completan la armoniosa combinación austera de materiales.